Miren Itziar (Bilbao). El contenido, no el continente
Ahora que Bilbao se llena de restoranes de postín que dan más importancia al interiorismo que a la calidad de los platos que pueblan sus cartas, voy a proponer una parada en Miren Itziar, donde la crítica es unánime: buena comida, pésimas instalaciones. Entiendo que los responsables son conscientes de ello, pero no acometen la imperiosa reforma por aquello de no perder ‘encanto’, mal entendido. Además, el servicio no es precisamente rápido; es afable, sí, pero exige paciencia, compañía apropiada, vino y conversación. Pero la buena mano de Miren Itziar Ortúzar Bernaola en cocina obra el milagro de que, pese a las pegas señaladas y a la larga crisis que nos lacera, el local esté abonado a los llenos. Están advertidos: aquí es preciso reservar.
Insisto en la precariedad del anticuado local, del continente, también carente de vistas y parco en iluminación, para que no cambien de idea al plantarse frente a su fachada, o nada más traspasar su umbral. El aspecto es totalmente disuasorio, sí, pero tengan en cuenta un detalle: allí continúan posando sus reales no sólo cuadrillas de amigos y vecinos del barrio, también políticos (lehendakaris incluidos), deportistas de élite, hosteleros, empresarios, famosos y famosetes. Era asiduo comensal y fervoroso defensor el difunto Iñaki Azkuna y el Bilbao Basket ha celebrado en su comedor alguna comida de equipo, antes incluso de que allí se inaugurara la peña Miren Itziar Basket Men in Black. Ya ven, clientela VIP en un establecimiento que llega a caer en lo kitsch; esa ceñidísima Betty Boop tamaño gigante, esa Barbie que me deseaba feliz 2007 el pasado mes de diciembre…
Así pues, hagan un esfuerzo y céntrense en el contenido, en las preparaciones de la veterana Miren Itziar, una mujer natural de Dima cuya cocina ha sido catalogada «de aldea», «de guisandera», «con fundamento», «de la de antes», «sin chorradas»… Es el suyo un restaurante de comida tradicional y raciones generosas, un negocio familiar donde están bien considerados el económico menú del día y el bacalao, pero lo habitual es pedir a Eduardo Bustamante (uno de los hijos de Miren Itziar, jefe de sala) los otros cuatro estandartes de la casa: fritos, almejas, merluza y cabrito. Acompañados de buen vino (dos magnum de Vivanco crianza para cinco personas) y seguido de postre y café, en mi última visita pagué 45 euros. Y sé que algún compañero de mesa se dobló, además, un combinado. Así que el precio no asusta. Otro aliciente.
No sé si es así desde su apertura, en el lejano 1974, pero entre sus especialidades figuran hoy los fritos variados, que aquí merecen mención aparte, por constar de sesos, lengua, pequeños sanjacobos, croquetas y pechuga de pollo rebozada. Dos veces los he comido: la primera los encontré pasados de aceite, faltos del imprescindible reposo sobre papel secante; la segunda, no. Los más observadores podrán juzgar como un defecto el exceso de rebaba del rebozado, pero en Miren Itziar la finura no es moneda de uso común. La gente quiere comer esas montañas, sorprenderse por el tamaño de la ración y disputarse los trozos más preciados, no tiene reparos en comer con las manos. Qué placer.
Las almejas a la marinera se sirven también en ración abundante y bañadas en una salsa densa y rojiza que bien podría acompañar unas manitas de cerdo o unos callos, de tan sustanciosa que resulta. La merluza albardada también acostumbra a recibir ovaciones, de tan mullida, jugosa y sabrosa que es, con el atinado complemento de pimientos rojos caseros. Y hay quien dice que aquí se sirve el mejor cabrito asado de la capital vizcaína. Está rico, sí, tierno tierno, pero yo no me mojaré tanto. Tengo mucho mejor recuerdo del queso de oveja curado, sápido y punzante. Y no me decepcionaron los dulces, en su rústica sencillez.
En suma, el Miren Itziar cuenta con excelentes referencias y comensales de categoría. Salvo despiste en cocina, se come bien, se disfruta su sota – caballo – rey (también he escuchado alabar sus alubias, y en barra sirven una tortilla de patata de la que alguien habla maravillas). El precio no es desproporcionado, las raciones son generosas, resultan entrañables las viejas fuentes de inoxidable, y el que se ponga a reformar y asear sus dos pisos va a tener mucho trabajo por delante. Algún cliente lo lamentará, seguro que hay quien echará de menos su gotelé, el rosado color salmón de sus paredes, el suelo de madera, los viejos manteles y las gruesas servilletas. Incluso añorará la estrechez y la penumbra de sus antediluvianos cuartos de baño. Ya se ha dicho que es parte de su encanto, del encanto de su decadencia.
(con viceconsejeros y con hosteleros sentó aquí sus reales Igor Cubillo)
Calle Atxuri, 17; 48008 Bilbao (Bizkaia)
94 433 03 88
Periodista especializado en música, ocio y cultura. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). En el medio de la vía, en el medio de la vida, si hay suerte, tal vez. Ha pasado la mayor parte de su existencia en el suroeste de Londres, donde hace más de 20 años empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Harlem R&R ‘Zine, Ruta 66, El País, Bilbao Eskultural, Ritmo & Blues, Getxo A Mano (GEYC), Efe Eme, Den Dena Magazine, Kmon, euskadinet y alguna otra trinchera. Prefiere los caracoles a las ostras. Qué tío. Anda que…
Ah, tiene perfil en Facebook y en Twitter (@igorcubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF. Se le resisten ciertas palabras y acciones con efe. Él sabrá por qué…
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
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Momentos inolvidables. Chuparte los dedos después de engullir las almejas y procurar no resbalarte en la humedad del suelo camino del baño. El piso de arriba mucho más acogedor. Una de las mejores merluzas rebozadas, y alabado sea el bonito con tomate. Lo que se ha convertido en un mito es la menestra de verduras. Mira que la he pedido veces y nunca hay.
Estimado Borja, el comedor del primer piso es, indudablemente, muuuuucho más acogedor. Apunto ese bonito con tomate. Y contaré cuando pruebe esa huidiza menestra, que también está deseando probar mi amiga Biscayenne.
Abrazo.
Personalmente los fritos y las almejas que deguste estaban d Aupa el Erandio!
Jajajajajajaja. De aupa el Erandio, bai. Aupa Erandio que es de Erandio, aupa Kaiku que es de Sestao, los hornos de Barakaldo que alumbran todo Bilbao…
Abrazo grande, prrrimo.
Yo soy fan fatal. En realidad, en mi curro todos lo somos. Te falta probar el bonito con tomate, los txipirones en su tinta y, sobre todo, la asadurilla o cualquiera de sus variantes. Slurp.
Genial, Carlos.
Veo que visitas pendientes. Y otra para la tortilla de patata.
Eso sí, ¿no crees que le vendría bien una reformita, o eres de los que cree que perdería encanto?
Abrazo.
A mí me es indiferente. Me he acostumbrado a que sea así y me siento muy a gusto. También es verdad que soy bastante insensible en materia de diseño de restaurantes.