Gatxupa (Donostia). Cocina mexicana mestiza entre interrogantes
Cocina gatxupa, en alusión al gachupín, al español asentado en Latinoamérica, era como Mikel Alonso, Bruno Oteiza y Gerad Bellver llamaban a la propuesta de Biko, el exitoso restaurante que regentaron durante una década en Polanco (México). Y Gatxupa es también el nombre de la flamante aventura del televisivo Oteiza en el barrio donostiarra de Gros, donde comparte mestizaje vasco-americano con Topa Sukalderia. Allí (en Gatxupa) me planté la pasada semana y el portazo al salir sonó como un signo de interrogación. Solo fue una primera toma de contacto con su cocina mexicana con influencia vasca y española, dos pintxos y tres tacos, pero resultó suficiente para escribir en la servilleta la palabra decepción.
Camisetas chulas, mayoría masculina y cocina vista (apenas una pequeña plancha, dos fuegos de gas, una freidora y un horno) para atender a una clientela, nada escasa esa fría noche, que debería exigir muchísimo más de su propuesta informal y trasatlántica. No olvidemos que Biko fue señalado hasta en seis ocasiones por la lista The World’s 50 Best Restaurants, por lo cual sorprende doblemente que el pintxo de «papada crujiente y limón» (2,50€) resultara desalentador, una fina loncha churruscada posada sobre pan frito grasiento, donde no se apreciaba matiz cítrico alguno. Como no se percibía picante en la escasa dosis de «ensaladilla y jalapeño» (otros 2,50€ del ala).
Bruno Oteiza
Los tacos de lengua (tres por 12€) resultaban más agradables, pero igualmente sencillos y poco sustanciosos. Sumen a eso la opinión de un amigo («croqueta mala, ensaladilla infame y quesadillas de El Ventero») y caerán en la cuenta de que no soy un gruñón, un cascarrabias ni un cliente enfurecido.
A mí, particularmente, me plantaron todo enfrente prácticamente al tiempo (empezando por los tacos), así que tuve que escoger el orden de degustación mientras bebía cerveza de depósito en ese amplio marco de aspecto industrial descuidado al que volveré, porque la cosa solo puede mejorar. Quizá entonces opte por pedir tosta de ceviche de arraigorri acapulqueño, sopa de pescado azteca o taco pastor; incluso puede que encuentre operativos el comedor y una gran cocina subterránea donde se intuye que habrá una oferta más refinada. Gatxupa apenas lleva dos semanas abierto, a mi paso ni siquiera había colocado cartel alguno en la puerta, y lo justo, efectivamente, es colgarle entre interrogaciones los adjetivos triste, caro, escaso y decepcionante.
(Igor Cubillo)
Usandizaga Kalea, 17; 20002 Donostia – San Sebastián (Gipuzkoa)
943 09 34 41
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
Fuimos de asombro en asombro; si aquello eran las raciones: cómo serían los pinchos?
La cocina insulsa y el precio exagerado. Si no cambian no les veo porvenir
Pues yo debí tener mucha suerte, porque mi ensaladilla tenía un puntito picante estupendo, con las verduras al dente, lo que le daba una textura diferente y una mahonesa ligera pero sabrosa. Todo lo que pedimos nos estuvo rico o incluso muy rico y el precio, tomando cervezas en lugar de vino, nos pareció de lo más adecuado, tirando a económico en relación al disfrute.
Con ganas de volver. De hecho, este finde iremos a probar la sala de abajo, que pinta fenomenal.
Reseñable que Bruno no solo pone el nombre y el cazo, si no que estaba ahí en la barra currando y controlando.
Seguro que nada más abrir las cosas no salieron perfectas, pero mi experiencia fue de lo más recomendable.
Me alegro muchísimo de leer su opinión. Seguramente, se acerque la hora de regresar a comprobar su evolución.
Gracias por su comentario.
Que decepción si, estuvimos ayer unos amigos y con cara de incredulos nos comimos unas quesadillas de paquete y queso sabor plástico. Conocidas ya como las Pesadillas del Gatxupa.
A triste, decepcionante, insulso e infame, añadiria que es como una tomadura de pelo, una broma pesada. Tortillas de paquete y bizcocho de microondas, a precios super caros.
Caramba. ¿Quizá abierto con demasiada precipitación? ¿Sólo es de pintxos y raciones? Un pintxo por 2’50 no es caro (en estos terribles momentos que vive la península Ibérica salvo Portugal). En Almería, «ciudad gastronómica 2019» (para desgracia de sus habitantes y visitantes), no encuentras tapa por menos de ese precio. La llaman ‘tapa extra’ si no pides con ella un vino o una cerveza. Y la tapa parece salida de la tribu Jíbara reductores de tapas. Tremendo.
Aún así, en mi próximo viaje a Donosti, al Gros, iré a echar, como poco, un ojo.
Pd: andará poco feliz pues Pedro Suquía…