Lapiko (Donostia). Protagonismo vegetal al estilo nórdico
En sus ratos libres el responsable de cocina de Lapiko es músico y DJ (publicará su primer EP a mediados de año), aunque realmente es más de música ambient. Y allí es más probable que suene John Berkhout a que lo haga Luis Eduardo Aute, ésa es la verdad, pero me permitiré citar al cantautor en este arranque: «Amor mío, prefiero el abismo a más de lo mismo». A santo de qué el guiño, se preguntará el lector. A que me gustan los restaurantes que suman; me despiertan indiferencia aquellos que no hacen más que repetir sin gracia lo ya existente; y, claro está, retiraría la licencia a los que incluso restan. Que los hay, y más de uno. Por eso contemplo con curiosidad, por su evolución, y con cierta alegría, por su valentía, la apertura (el 20 de febrero de 2017) del referido Lapiko en pleno Polígono de Igara (Donostia). Doble sorpresa. Un bar restaurante diferente entre pabellones industriales, donde tradicionalmente se ha pensado que uno sólo puede comer cocido, pasta, filete con patatas y arroz con leche, como si luego tuviera que talar medio Igeldo. Una propuesta con marcada personalidad nórdica que otorga protagonismo a verduras, hortalizas, legumbres y cereales de temporada, base de unos platos donde la proteína de origen animal se integra como un complemento más.
Lo de nórdica no lo digo porque el mobiliario sea de Ikea, que no parece, sino porque Pablo Soler trabajó los tres últimos años en Manfreds y Reale (#40 en el prestigioso listado The World’s 50 Best Restaurants), dos referentes gastronómicos de Copenhague. Allí afianzó definitivamente las bases técnicas y filosóficas de una cocina asentada sobre planteamientos de sostenibilidad, reutilización y aprovechamiento máximo del producto local de temporada.
En su nueva escala el cocinero zaragozano, que en su día también pasó un par de años en China, intenta sorprender con una contundente reinvención del plato combinado donde se agolpan distintos ingredientes con un resultado no siempre todo lo armonioso que uno desearía. Tal vez se disfrutarían en mayor medida repartidos, por ejemplo, en dos (o incluso tres) platos, pero entonces, claro, tal vez no se ajustaría al modelo que importa de Dinamarca. Habrá que darlo por bueno, entonces.
Lapiko no tiene carta; abre temprano para servir desayunos, quiere ofrecer algo diferente también de hamaiketako y a la hora del almuerzo propone copioso plato del día, una fórmula cerrada que se abre indefectiblemente con un entrante consiste en huevo poché con caldo de alcachofas. El huevo se prepara a baja temperatura (65º) y el amargor de la alcachofa, con su tierno corazón y su traje de guerrero, como la inmortalizó Pablo Neruda, otorga sobrada personalidad al caldo. Luego se puede escoger entre cuatro estilos de plato principal, con más vegetal, carne blanca, carne roja o pescado, y también se arrima un pequeño bol con ensalada “de hierbas”.
El precio en Lapiko
Durante la primera semana el calamar a la parrilla (asado en el Josper) se emplataba con kale azul, puré rústico de patata y ajetes, y aceitunas. El rabo de toro, desmigado menudamente, con ensalada de quinoa, hinojo e higos secos. El pollo Lumagorri con calabaza asada, zanahoria y berza. Y la opción vegetariana consistía en más berza, acelga, pimiento del piquillo y yogur. Por uno de estos cuatro principales, más aperitivo, pequeña ensalada, bebida (agua, refresco o copa de vino Finca Barronte -crianza de Villabuena de Álava-) y pan de The Loaf, cobran 15 euros. O sea, que el postre va aparte y la única opción es una pequeña (demasiado, tal vez, para costar 3 euros) tarta de queso posada sobre membrillo y cubierta de Idiazabal ahumado rallado.
En definitiva, es probable que la apuesta no convenza a todos, pero es digna de aplauso, y más cuando pone el foco en los productores locales y en proyectos de integración como Karabeleko. Con su materia prima Pablo Soler pretende que la gente coma bien, rápido y a buen precio en Lapiko (puchero, en euskera). Un objetivo más que loable para un negocio que, ojo, al estar bien al fondo de un polígono, de momento cierra sábado y domingo.
A fin de cuentas, no parece mal plan lo de intentar no ser ni tú ni yo mirando siempre atrás. Por qué no interpretar cada uno otro papel a ver si en otra piel volvemos a soñar.
(Igor Cubillo)
Iribar, 2, C36; Edificio Neinor Igara; Donostia – San Sebastián
943 47 60 07
Periodista especializado en música, ocio y cultura, incluida la gastronomía. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). En el medio de la vía, en el medio de la vida, si hay suerte, tal vez. Hace las cosas innecesariamente bien y, puestos a hablar, colabora con Radio Euskadi (‘La Ruta Slow’), dirige Lo Que Coma Don Manuel, aún escribe de música en Kmon y de comida en Gastronosfera y Ondojan, y la buena gente de eldiario.es cuenta con sus textos coquinarios en distintas ediciones.
Vagabundo con cartel, ha pasado la mayor parte de su existencia en el suroeste de Londres, donde hace más de 20 años empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para El País, Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree y alguna otra trinchera.
Como los Gallo Corneja, es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya.
Ah, tiene perfil en Facebook y en Twitter (@igorcubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF. Se le resisten ciertas palabras y acciones con efe. Él sabrá por qué…
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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