La Maskerida de Gros revolucionará el barrio donostiarra tras el verano
Tú que eres una persona atenta, siempre al loro y bien informada, apunta “La Maskerida de Gross”. Así se llamará, a la vuelta del verano, el inminente nuevo restaurante regentado en el barrio donostiarra de Gros por Miguel Montorio, dueño de la Bodega Donostiarra. De hecho, el establecimiento se ubicará prácticamente enfrente de ella, en un antiguo obrador, y contará con Iñaki Moya, ex Ikea y Basque Culinary Center, quien actualmente cuela pequeñas novedades en la consolidada y prácticamente inamovible oferta tradicional del popular negocio abierto en 1928 en la calle Peña y Goñi.
“Aquí no me puedo desmadrar, pero allí ya podré hacer lo que me da la gana. Tampoco vanguardia, eh, sino cocina de la que hacía en Ikea, tradicional pero bien puesta y de producto”, adelanta el cocinero. La sala de máquinas se instalará junto a la puerta de entrada y allí será él mismo quien dé la bienvenida a la clientela. “Lo que quiero transmitir es como que vienes a mi casa, te recibo en mi cocina, que va a ser vista, y luego comes en el pequeño salón, que va a constar de cinco mesas. Así podré interactuar contigo”, resume al tiempo que adelanta que se cuidará la carta de vino y también habrá una pequeña barra justo “para que tres personas puedan beber y picar algo”
Me topé con la noticia por sorpresa, pues La Maskerida de Gros aún se encuentra en obras; yo acudí a comer mi Indurain, mi ensaladilla rusa y mi poquito de casquería, pero salió al paso Iñaki para deleitarme realmente con otras preparaciones como la txistorra de txangurro, pintxo que ya se ofrece con letras destacadas en las pizarras del local y hace volar por los aires dogmas y convencionalismos.
Txangurras y kokotxas en La Maskerida de Gros
La Txangurra, que así la llaman, consiste en txangurro (centollo, verdura, jugo de marisco…) embuchado en tripa natural de cordero, terminado a la brasa y posado sobre pan brioche. Sorprende y gusta, algo que no siempre ocurre con las audacias culinarias, que muchas veces se quedan en mera pirotecnia; sin embargo, aquí hay sustancia, sabor, idea y buena ejecución. El invento combina ese sabor que tenemos los vascos clavado en la corteza cerebral con la sutilidad del humo y una textura absolutamente convincente propia de salchicha alemana, aunque el autor se lleva las manos a la cabeza con mi comentario e insiste en que se trata de una txistorra.
También venció y convenció la manjarosa unión de turgente kokotxa de merluza y papada de cerdo ibérico, un mar y montaña que puede sonar disparatado pero funciona a las mil maravillas. No en vano, el chef la interpreta como una unión absolutamente natural, al contemplar la kokotxa como la papada del gádido. Cada una termina enrollada en láminas de marrano y el hatillo se introduce apenas un minuto en el Josper; así el pescado mantiene una jugosidad que estalla en la boca, llena ésta de sabor y logra que se fundan y potencien las esencias de los dos ingredientes, la grasa animal y esa gelatina de la merluza.
Y a Moya se le ilumina la cara al hablar de su tortilla a la brasa: “La coloco en una parrilla especial, la marco al Josper y allí sufla, se queda hojaldrada, cremosa, con apariencia de gofre y toque ahumado”. Se iluminó lo mismo que la mía cuando vi salir la oreja crujiente de cochinillo sobre estofado de piparra y crema de cebolla, aliñada con aceite de pimentón. Otra rareza más que satisfactoria.
Pimentón de Espelette en Bodega Donostiarra
Los citados son sólo algunos ejemplos de los atrevidos bocados que podrás pedir en La Maskerida de Gros. Pero a mi paso por la casa madre hubo más kokotxas, en esta ocasión de bacalao Giraldo al pilpil y con “guisante lágrima XL” terminado a la brasa. Y cumplí mi propósito de comer el Indurain, esa banderilla que ensarta cinco guindillas de Usurbil encurtidas (una por cada Tour de Francia ganado en su momento por Miguelón), cebolleta, aceituna y anchoa de Getaria en salazón en un palillo clavado a su vez en un firme taco de bonito escabechado. Y también la tapa de ensaladilla rusa, sencilla y siempre rica, que cobra vuelo cuando te llevas a la boca un trozo de ese filete de anchoa que la corona. También resultaron buenos los callos (y morros) rescatados de Ikea, cómo no, que Iñaki prepara con salsa vizcaína rematada con pimiento de Espelette.
Me quedé con ganas de probar la torrija a la brasa, elemento éste fundamental en la versión actual de Bodega Donostiarra, un lugar que desborda encanto y una clientela que ya no se agolpa frente a la barra, pues junto a ella de disponen ahora unas pocas mesas altas. Y a fin de cuentas me fui más que satisfecho tras probar esas deliciosas combinaciones y conceptos que pronto podrás catar tú también en La Maskerida de Gros, un nombre derivado de la intención inicial de abrir una marisquería.
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
Todos los Conceptos suenan apetecibles.
Lo visitaremos sin duda cuando arribemos a Donosti.
Gracias por la recomendación!
Saludo
Guille
Todas las novedades que he probado están requetebuenas, la verdad. Sorprenden y convencen.
Abrazo, Guille.