Ola Martín Berasategui (Bilbao). Hechuras de gran restaurante
En otros ámbitos se dice que lo difícil no es llegar, sino mantenerse. En esa línea de razonamiento, en hostelería el mérito no reside en lograr que un comensal acuda un día a tu casa, el verdadero éxito radica en conseguir que repita, en lograr su fidelización. Y el metafórico doble salto mortal es que en cada visita sea mayor su satisfacción. Esa cuadratura del círculo la viene trabajando y logrando Raúl Cabrera, aka Pintxo, desde la misma inauguración de Ola Martín Berasategui (el 4 de abril de 2019), un gastronómico con hechuras de gran restaurante más allá de su condición de despacho asequible de las creaciones de un gigante como el mismísimo Martín.
Allí, en la primera planta del hotel Tayko, uno encuentra técnica, buen sabor (Primer Mandamiento), refinamiento, equilibro, dosis de grandeza y motivos para celebrar su presencia en un Casco Viejo cada vez más despersonalizado. Y es que hablando de lo que se viene a llamar fine dining, Ola representa un oasis en el barrio y una de las opciones más sólidas en la villa.
No en vano, Pintxo lleva más de 27 años bajo el ala del cocinero de Lasarte y ejecuta mejor que nadie clásicos como el diminuto milhojas caramelizado de anguila ahumada, foie gras, cebolleta y manzana verde. También la ensalada de tuétanos de verduras con marisco (gamba roja), crema de lechuga de caserío y jugo yodado que tanto remite al gargouillou de Michel Bras, parte de la amplia herencia francesa aplicada a lo local. Y el clásico salmonete de escamas erizadas, en la villa con jugo de centolla, anchoïade (crema a base de anchoa, aceite de oliva y ajo), esferas de piparra y rocas de oliva negra.
Además, Raúl tiene el saber y el atrevimiento suficientes para incorporar pequeños detalles, adaptaciones y creaciones propias que no desentonan, ni organoléptica ni estéticamente, con el resto del largo menú degustación apellidado “Lo mejor de la cocina de Martín Berasategui”. ¡Incluso hay quien osa decir que su receta de callos es mejor que la del jefe!
Cuajada de navajas en Ola Martín Berasategui
En Ola la costumbre es abrir boca con botones de mantequilla de diferentes colores y gustos (hongo, aguacate, tomate, aceituna de Kalamata, salada) que el personal de sala invita a untar en pan «de masa madre y largas fermentaciones». Y en sucesivas visitas he comprobado que es un acierto absoluto la cuajada de navajas y soja, brotes de rúcula con aire de café, pimienta y curry, inhabitual y sustanciosa; que una crema elegante y gustosa puede dar valor gastronómico a la sardina, producto popular que apenas lo tiene económico; que se puede servir lengua a la royale, de rotundo aroma; y que un buñuelo de morcilla con cremoso de berza nos recuerda, desde lo emocional, qué deliciosa tierra pisamos.
Y tras tanta mejora continua, cabe celebrar que el actual menú degustación no flaquea ni baja el listón. La acostumbrada ostra se presenta esta vez crujiente y tuneada con gel de moluscos, mamía de pepino y curry. Destila delicadeza el carpaccio de gamba roja sobre fondo de crustáceos, tarama (crema a partir de huevas de pescado), crujiente de alga nori y sésamo picante, mucho más redondo y abundante que la versión low cost de La Bodega de Ola, que así se llama ahora el negocio ubicado a pie de calle, donde estuvo antes Patri. Y merece aplauso la personalísima singularidad de la sardina marinada con cebollas de Zalla encurtidas, brandada y crujiente de aceitunas.
Sorprende la vieira curada teñida de remolacha y dispuesta sobre un fondo de ajo negro, espuma, tartar y crujiente de la raíz/hortaliza rojiza, y un jugo de citronela, jengibre y más remolacha. Juegan al despiste al llamar “raba” a un sabroso buñuelo de begihaundi acompañado de salsa de su tinta y puntos de yuzu. Uno debe quitarse el sombrero ante el tembloroso de frutos del mar y plancton que baña en jugo de centolla salicornia, quisquilla y alga en tempura.
Son dignos de elogio el punto del rape asado al carbón envuelto en tocineta ibérica (jugo de coco, café y piparras) y el del pichón hecho en asador (con zanahorias al pil-pil, falso canelón, tosta crujiente y su jugo). Y a la hora del postre nunca fallan las esponjas heladas, etéreas, efímeras y sorprendentes.
Si buscas técnica impecable, precisión, profusión de aires y espumas, bellos emplatados, elegancia y muy buen servicio, atento a cada necesidad en un acogedor comedor de aire urbano, ladrillo visto y buena separación entre mesas, Ola Martín Berasategui colmará tus expectativas. Como dejé escrito en Guía Repsol, ahí encontrarás a Pintxo, un aventajado ‘chico Berasategui’ que defiende el producto de proximidad como punto de partida y el sabor como dogma de fe. Buena muestra de ello fue también la receta de patatas con txitxikis (aka probadura, zorza, picadillo, jijas, moraga, chichos, chichas de prueba…) que nos regaló durante la pandemia en LQCDM / Lo que Coma don Manuel.
Hotel Tayko. Calle Ribera, 13; 48005 Bilbao (Bizkaia)
ola@taykohotels.com
+34 94 465 20 70
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
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