Pista: la hamburguesa de cabrales de Carpanta (Getxo)
Dice José Carlos Capel que, por mucho que las guías se empeñen en hacer clasificaciones, no existe la mejor hamburguesa. «Hay varias preferidas por grupos determinados que, por lo general (aspecto importante), se asocian a ambientes específicos», escribió en su día el crítico gastronómico del diario El País. Justo antes de aseverar que, al margen de su presunta calidad, las que levantan pasiones son las que despiertan emociones. Estoy con él. «Las hamburguesas requieren complicidad, mito, la identificación con locales o espacios con cierta magia; rústicos o cutres, da lo mismo». ¿Dónde hay que suscribir?
En mi caso, tengo la fortuna de residir en un municipio donde se despachan hamburguesas de calidad. Me encanta la Gure Etxea, del bar del mismo nombre, con setas, jabugo y pimiento rojo. Tengo en mucha estima las del Mojo Club. Me gusta dejarme caer por el acogedor Alvarito’s Bar, que borda las patatas fritas con las que acompaño su Britania, con pimiento del piquillo. Y cada bocado a la hamburguesa con cabrales del Carpanta es un chute de nostalgia, por lo que tiene de vinculación a mi pasado, a mis correrías de juventud, a la magia subvencionada del Getxo Sound, a tanto y tanto concierto vivido en la sala Gwendolyne; en el barrio de Algorta, entre colegas, atronando rock and roll, haciendo las primeras entrevistas para Harlem (mi fanzine), preparando reseñas para Ruta 66 (donde debuté) y cambiando de acera para repostar precisamente allí, en Carpanta, que despacha hamburguesas, raciones, bocadillos y sandwiches desde 1977.
Mi favorita, hace ya dos décadas, era precisamente la hamburguesa de cabrales, ese fascinante queso asturiano. Y a día de hoy, pese a que el servicio, y seguramente la gerencia, han cambiado, me sigue satisfaciendo. Aunque el Gwendo haya cerrado sus puertas y ahora la pista de baile la ocupen plazas de aparcamiento. Aunque se hayan apagado los ecos de esa canción. Aunque Harlem haya pasado a peor vida. Aunque los amigos hayamos corrido diferente suerte. Y me sigue satisfaciendo, precisamente, porque es algo más que un bocado de recuerdos, porque está fehacientemente buena.
La última la comí el martes. Pedí, por 5,05 euros, una holandesa con cabrales (también se puede acompañar con idiazabal, roquefort, camembert, cabra, manchego y parmesano) y por 2 euros una caña que apuré contemplando la decoración del local, de aire germánico, nórdico. En sus baldas, baldosas y cristales abundan botellas y logotipos de Löwenbräu y otras cervezas; y el contrapunto ‘local’ lo aportan, cómo no, viñetas de Carpanta, el personaje del dibujante Escobar.
Los altavoces escupían temas de Eric Clapton, Aerosmith, Journey y Black Sabbath, que emitía el canal Classic en televisión, y pronto llegó la holandesa, con carne de vaca (se puede escoger de pollo), lechuga, tomate, cebolla pochada y mayonesa. Bien buena. El sabor intenso, profundo, del queso manda, pero el conjunto resulta armónico. Especialmente con el dulzor y el crujiente de la cebolla, fría y levemente pochada. El pan ligero, tierno y crocante, completa la experiencia y, después de todo, uno come esa burguer y no echa en falta la música. Ni las entrevistas. Únicamente los amigos que se fueron.
(Igor Cubillo)
Euskal Herria, 17; 48991 Getxo (Bizkaia)
94 460 00 02
Periodista y gastrósofo. Heliogábalo. Economista. Equilibrista (aunque siempre quiso ser domador). Tras firmar durante 15 años en el diario El País, entre 1997 y el ERE de 2012, Igor Cubillo ha logrado reinventarse y en la actualidad dirige la web Lo que Coma Don Manuel y escribe de comida y más cuestiones en las publicaciones Guía Repsol, GastroActitud, Cocineros MX, 7 Caníbales, Gastronosfera y Kmon. Asimismo, vuelve a firmar en El País y es responsable de Comunicación de Ja! Bilbao, Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor. También ha dirigido todas las ediciones del foro BBVA Bilbao Food Capital y fue responsable de la programación gastronómica de Bay of Biscay Festival.
Vagabundo con cartel, se dobla pero no se rompe, hace las cosas innecesariamente bien y ya han transcurrido más de 30 años desde que empezó a teclear, en una Olivetti Studio 54 azul, artículos para Ruta 66, Efe Eme, Ritmo & Blues, Harlem R&R ‘Zine, Bilbao Eskultural, Getxo A Mano (GEYC), DSS2016, Den Dena Magazine, euskadinet, ApuestasFree, eldiario.es, BI-FM y alguna otra trinchera. Además, durante dos años colaboró con un programa de Radio Euskadi.
Como los Gallo Corneja, Igor es de una familia con fundamento que no perdonaría la cena aunque sonaran las trompetas del juicio final, si es que no han sonado ya. Sostiene que la gastronomía es el nuevo rock and roll y, si depende de él, seguiréis teniendo noticias de este hombre al que le gusta ver llover, vestirse con traje oscuro y contar historias de comida, amor y muerte que nadie puede entender. Eso sí, dadle un coche mirando al sol, una guitarra y una canción, una cerveza y rock and roll, y no le veréis el pelo más por aquí.
Tiene perfil en Facebook, en LikedIn, en Twitter (@igorcubillo) y en Instagram (igor_cubillo), pero no hace #FollowBack ni #FF.
La nostalgia que a uno le invade al regresar a Carpanta le predispone muy favorablemente antes incluso de que llegue la comida. Completamente de acuerdo. Y de lo que tampoco queda duda que a nivel gastronómico sus burgers siguen teniendo muchísimo rockandroll. Le pasa un poco como a las pizzas del Xurrut, les tienes cariño por lo vivido, pero es que encima siguen siendo buenísimas
De Cabrales nada, Roquefort como mucho
MUERO DE AMOOOOOORRR!!!! Siguiente quedada ahí, pero ya!!!! 😉
Un besazo querido Igor.
B.
Cuánto amor, mother of the beautiful love!!!
A mí me encanta, no sé sí logro transmitirlo en el texto.
Abrazo grande, querida Blackie.