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Contenido realizado en abril, 2011
Este lugar austero, que no parece haber experimentado reforma arquitectónica ni estética, con sus pequeñas mesas y taburetes, conserva la esencia del lugar. Lo que una vez fue todo el barrio.
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La Dársena tiene una terracita que atora el tráfico peatonal, un amplio bar donde nos ponen tapitas gratis, un comedor pequeño, otro grande más recogido y una pecera los mariscos esperan a que los pesquen.
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El tiempo ha pasado y las cosas han cambiado. A peor. Nuestro regreso a Porto do Son tuvo mucho de mágico, pero concretamente el regreso a El Hórreo tuvo mucho de decepción.
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Más que a beberlo, el brebaje invitaba a sumergir en él la punta de la estilográfica. Y en esta ocasión las apariencias no engañaban; acercamos nuestros labios al Barrantes y se manifestó desabrido, levemente agrio y de textura espesa.
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El comedor del Baste carece de ventanas y lo embarga una atmósfera rústica: techo de cestería entrecruzada, vigas de madera, grueso gotelé verde en las paredes, otra pared de piedra barnizada, cuadros costumbristas en relieve de chistularis y demás, colgadores de forja, suelo de terrazo añejo y de batalla…
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En Panko, los precios razonables, platos en torno a los diez euros y vinos pocos pero bien elegidos. Y también, por si se me olvida comentarlo, uno de los mejores panes de Bilbao.
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(+18 rating, 4 votes)Cargando... Un descubrimiento, un placer y un sitio para volver. El sábado, llamados por la repentina y merecida fama que ha logrado el chef Ricardo González con su segundo puesto en el Campeonato de España de Jóvenes Cocineros, acudimos a El Retiro, en el Pancar. Llegar tiene su truco y es que su dirección, carretera del Pancar sin número despista al GPS más avezado. Así que, para que no se me pierdan cuando vayan, lo mejor es coger la carretera a Pancar que sale desde la estación del tren en Llanes y conducir recto hasta llegar al pueblito de Pancar. El restaurante está a unos tres kilómetros del centro urbano de Llanes y eso forma parte de la sorpresa. Nadie diría que en ese bar de pueblo, tras una barra llena de paisanos tomando cerveza pueda estar uno de los mejores restaurantes del Conceyu y de Asturias. [slideshow] Una vez superado el choque de pensar que vamos a comer en un bar con mesa corrida, dejamos atrás la puerta de cristal y entramos al comedor y allí todo cambia. Un coqueto comedor con unas diez mesas, con distancias considerable entre ellas, con una cuidada puesta en escena y con un decorado puesto por la naturaleza e imposible de superar. Y es que El Retiro, su comedor, está ganado a la montaña y una de sus paredes es la caliza asturiana en todo su esplendor. La atención de sala es espontánea y cariñosa. Enseguida se preocupan de atender la comanda y te explican con todo detalle el menú, que no es extenso pero que tiene, como veremos, hallazgos dignos de mención. Comenzamos con unos aperitivos puestos por la casa y que estaban compuestos por una crema de queso, una manteca de cerdo con el sabor al cocido y a la matanza y un delicado salmón marinado con aguacate y huevas. Un detallazo. Luego, en lo que a nuestra elección se refiere, decidimos y creo que lo hicimos bien. Empezamos por unas croquetas...
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¿Habéis probado a limpiar un mix de ketchup y mostaza en cristal? Es una pesadilla.
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