Una finca dedicada a la cría y exhibición del buey y un restaurante especializado en su carne, pilares del «bueyturismo». Así llama la familia Guijarro a una iniciativa que aúna en Segovia gastronomía, cultura y turismo.
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El restaurante de José María Ruiz Benito, exponente de la cocina de producto, es uno de los mejores lugares del mundo para degustar cochinillo. Regarlo con vino Pago de Carraovejas, también de su propiedad, es todo un ejemplo de armonía.
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Es la de Antonia comida contundente, pegada a tierra, a lo que tiene al alcance de su mano, y también a la tradición, a nuestro hipocampo. Sus preparaciones desprenden calor y aromas que estimulan la memoria, el recuerdo entrañable y emotivo de esos platos que se comían en familia, con los mayores de la casa. Digamos que es cocina de verdad.
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El cochinillo de José María, simplemente asado con agua y sal, es manjaroso y sabroso. Su piel dorada, triscona pero para nada chiclosa.
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Restaurante José María merece la pena la visita, pero desde un punto de vista gastronómico es una pena que no se cree un ambiente más sosegado y tranquilo para el disfrute de los comensales.
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Con el regusto de una larga y muy recomendable excursión por las Hoces del Río Duratón, y de un pequeño paseo por la impresionante Sepúlveda, nos centramos en el turismo gastronómico. Después de recorrer la ciudad y de buscar un lugar adecuado, llegamos al Restaurante El Señorío de Sepúlveda, típico mesón castellano situado a unos 200 metros de la Plaza Mayor. El aroma a horno de leña invitaba a catar los productos de la tierra, y así hicimos. De entrante elegimos unas morcillas que, aunque no nos disgustaron, tampoco nos llamaron mucho la atención; para nuestro paladar tenían demasiada especia, pero eso va por gustos. Acompañamos la comida con un crianza de la zona, Ribera de Duero por supuesto; nos dejamos aconsejar y, la verdad, he de decir que acertamos. Como plato estrella, y estando en Segovia, no podíamos degustar otra receta que no fuera cordero asado, acompañado de una ensalada de la huerta, y resultó extraordinario. Quizás porque estaba tierno y jugoso, o debido al apetito canino, el caso es que cumplió sobradamente nuestras expectativas. Desde luego, es el plato estrella (el cordero) y a mi parecer sobran los entrantes, y hasta el postre. Este último pasó sin pena ni gloria pero, eso sí, la relación calidad-precio es muy buena. Y reconozco que, entre la comida, el calor de la chimenea y el vino, salimos contentos del establecimiento. (Saboreado por Amaia) Foto tomada de portalsegovia.com Don ManuelEl patriarca de esta cosa. Considera que el acto de comer es uno de los placeres más enormes que nos ha procurado la existencia. Y a eso se aplica. Y a...
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