Un asador para toda circunstancia que se preocupa de tener género de calidad y derrocha buen gusto a la hora de prepararlo. Su cocina destila identidad vasca y en bodega cuenta con más de 400 referencias.
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El juego visual, cromático, aromático y gustativo que proponen Aizpea Oihaneder y Xabier Díez invita a girar el plato, observarlo desde distintas perspectivas, asomar la nariz, coger la correspondiente porción, procurando no destrozar el resto de la composición, y disfrutar.
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Qué buena la carrillera, los chopitos, el cordero, los erizos de mar, el micuit, las manitas y la oreja de cerdo, la perdiz, el rape, los riñones de ternera y el txangurro. En el plato y también entre pan y pan, como señala el libro ‘Fans del bocata’, firmado por el donostiarra Félix Garrido (Route 33 Gourmet).
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Los miembros del Comité Técnico de Gastronomika constituyen una avejentada cuadrilla de amigos que, con su dictadura bananera, provoca en la provincia un tapón generacional de imprevisibles consecuencias.
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(+59 rating, 13 votes)Cargando... Como no sabían que era imposible, lo consiguieron. Lo están consiguiendo, vamos. Están en ello. Aizpea Oihaneder y Xabier Díez Esteibar han logrado descollar, captar atención, pese a la sutil presión de esa envejecida camarilla que pretende restar visibilidad a los jóvenes cocineros de Gipuzkoa, a su relevo; que les pone la pierna encima, que les impide salir en la foto, que está provocando un tapón generacional de consecuencias imprevisibles. Y, mientras, Bizkaia gana terreno, se reivindica a nivel internacional con figuras como Eneko Atxa y otros primeros espadas, adalides del producto, magos de la parrilla, como Bittor Arginzoniz, y exponentes de nuevas concepciones de la cocina, en el caso de Josean Alija. Y otros. Y, mientras, yo también me escapo y disfruto en mesas como las de Xarma, el restaurante de Oihaneder y Díez Esteibar, en Lorea, bien lejos de la postal clásica donostiarra, de la arena de sus playas, de los márgenes de esos mapas que te dan para veranear. Con la excitación propia de saber que experimento la exclusividad del secreto a voces. De que el día menos pensado les caerá alguna estrella. De que son el relevo del relevo silenciado. Porque, háganme caso, en Donostialdea no es preciso ser cincuentón, ni sexagenario, ni septuagenario, para ser un gran chef. La fama precede al Xarma, en círculos gourmets, de connoisseurs, y parece bien merecida. Incluso en su propuesta más modesta. Me refiero a su Menú mercado, por el que optamos disuadidos por los precios de su carta (entrantes, 18,70 a 21,90€; carnes y pescados, 28,60 a 35,20€; postres, 11 a 16,50€), y de su prometedor menú degustación (71,50€, sin bodega). Menú mercado (25,50€), aperitivo, entrante, plato principal, postre, pan, agua, vino de año y café. Menú mercado, producto, armonía, buena ejecución, buena presentación, excelente servicio. Un acierto. Oihaneder y Díez Esteibar pasaron por los fogones de Arzak, Martín Berasategui y Michel Bras (además del Monasterio de Rocamador, en Badajoz, y el Mesón del Peregrino, en Puente la Reina),...
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