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Publicaciones por mariamora
A El Comidista le ha pasado como a los grupos musicales de éxito: arrasó con su primer libro, el segundo sólo fue entendido por los seguidores acérrimos de su blog y con el tercero retoma las claves del primero, que es lo que funciona y da dinero.
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El otrora restaurante chino de los chinos ha mutado en garito hipster. María Mora lo recomienda encarecidamente. Y promete volver en cuanto tenga ocasión, y ganas de chinorri del bueno.
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Consejos y recetas para una vida sana sanota, con motivo del décimo décimo aniversario de los Menús con Corazón promovidos por Nueces de California y la Fundación Española del Corazón
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Este pequeño local completa la oferta de la parte vieja bilbaína con su variedad de makis vegetarianos. De quinoa con verduras, de hummus, de germinado de lenteja con tofu, de tahini con pasas…
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Kokken, abierto hace unos meses en la remozada Plaza del Gas, es un gastrobar con estética y nombre nórdicos, y una carta de mini raciones de lo más apetecible.
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En la web de restaurante Etxanobe llama la atención el menú ‘La alegría de la primavera’. Qué buena pinta por escrito, oigan. ¿Estaría tan bien en vivo y en directo? Les adelanto que sí. Pedazo de menú a un precio estupendo.
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(+16 rating, 4 votes)Cargando... Mucho tiempo hacía que no volvía por el restaurante Pepintxo. Años, sin exagerar. Y como ahora tengo más tiempo libre, hasta que dentro de poco ya no tenga ni tiempo libre, ni no libre, ni na’ de na’, pues hicimos una escapadita a Barakaldo, aprovechando que había que hacer algún recado, y reservamos mesa en el único vegetariano que conozco por la zona. Y no es que la matrona me haya puesto a régimen y por eso quisiera comer ligerito en un vegetariano, no, porque lo que recordaba del Pepintxo era, precisamente, que costaba llegar vivo al postre. Pero, como hacía tanto que no lo frecuentábamos, pues lo mismo podía ser que saliéramos de allí con más hambre que el Chavo del Ocho o que el otrora vegetariano se hubiera convertido en un bar de txikiteros. A saber. Al entrar, el personal me resultó familiar (muy de lejos, eso sí, que la memoria ya falla) así que me quedé más tranquila. Tenía pinta de seguir siendo lo que era. Y, además, con el comedor casi casi completo. Buena señal. De primero, nos dieron a elegir entre dos ensaladas de las que el camarero nos enseñó una muestra de cada una para que viéramos la pinta que tenían (lo que viene a ser la versión real de los platos de plástico que colocan los restaurantes de Japón en sus escaparates para ayudarte a decidir). Esto me ha hecho mucha gracia siempre que he ido al Pepintxo, y siguen haciendolo años después. Yo creo que es como la marca de la casa. Como no nos decidíamos por ninguna de las dos, básicamente porque después venían otros dos platos más antes del postre y nos parecía demasiado, el camarero nos ofreció sustituir las ensaladas por unos zumos naturales. Nos convenció. Yo pedí el completo, de zanahoria, manzana, apio y naranja, mientras que el marido se ve que no tenía el día para mucho combinado y se quedó con el de zanahoria a secas. Peor...
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Además de pizzas, Totó ofrece un pequeño surtido de genuinos productos italianos, como vinos y cervezas.
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(+46 rating, 11 votes)Cargando... Recientemente hicimos una visita a Zumaia, para ver el famoso flysch y el geoparque (lo de famoso lo digo ahora, que resulta que todo el mundo lo conoce… porque yo lo descubrí justo ese día, ¡inculta de mí!), y nos acercamos hasta la localidad de Mutriku a comer. Por el camino (muy bonito y fotogénico, por cierto) me puse a buscar como una loca en el Ifon recomendaciones de sitios para jamar, pero no encontré mucha cosa interesante. Llegamos al centro del pueblo y más que nada vimos bares para tomar el vermú y las rabas domingueras. A punto estuvimos de entrar en un local de menuses y platos combinados cuando me paré en seco y pensé «No way! Pregunto al primero que pase dónde se puede comer bien en este pueblo». Y el primero que pasó nos dijo que «en el Ametza, en la plaza Txurruka, seguro que os dan de comer». Así que allí que fuimos sin preguntar más, que el hombre parecía de fiar, y tenía pinta de comer bien. Como aún era la hora del vermú cuando llegamos, aquello estaba de bote en bote, pero la amabilísima Maricarmen (la camarera) levantó literalmente a unos señores de una mesa para colocarnos a nosotros y poner los manteles. Por su reacción, serían clientes habituales, porque no les importó lo más mínimo. Ojipláticos nos quedamos. Nos recomendó sopa de pescado, que aún quedaba del día anterior, y que ya se sabe que estas cosas ganan de un día para otro. Para qué pensar más. A mí ya me había ganado. De aperitivo, unas cocretas (Maricarmen dixit); y, para seguir, rape y lenguado. Todo a repartir entre tres. Las croquetas estaban geniales. Relleno cremoso y suave, con mucho jamón y tamaño más que correcto. Me comí las dos que religiosamente me correspondían despacito, para alargar el disfrute. Enseguida llegó la sopa en una sopera bien hermosa. Muy muy buena. Para tripitir plato, como hicimos los tres. Color oscurito, mucho pescado (algún trozo incluso con espinas) y almejas riquísimas. La única...
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(+25 rating, 5 votes)Cargando... He meditado escribir o no las siguientes lineas. Me ha pasado lo mismo que a los dibujos animados, cuando se pelean moralmente con el angelito y el demonio. El angelito me decía que me lo guardara para mí, que un mal día lo tiene cualquiera, que el local es de reciente apertura y que una mala experiencia hecha pública en la red podría ser un varapalo. Pero, pensándolo mejor, creo que es justo, tanto para los clientes como para el propio local, conocer aquellos aspectos que son mejorables y poner remedio lo antes posible. Digo. Pero antes de entrar en detalles subjetivos, al César lo que es del César. El local es chulo a rabiar, lo mires por donde lo mires. Es amplio, moderno y está decorado con mucho gusto. En cuanto entras por la puerta, parece que un avión ultrasónico te acaba de teletransportar al Soho neoyorkino, lo menos. Además de con la decoración, me quedo con la cita de Joe E. Lewis que reza en la pared principal: «Me puse a dieta, juré que no volvería a beber y a comer en exceso, y en catorce días había perdido dos semanas«. ¡Amén! Lo voy a escribir en un postit y lo voy a pegar en mi nevera como leitmotiv. En nuestra primera visita, hace unas semanas, además del bebercio correspondiente (a destacar, grifos de cerveza de la aragonesa Ámbar), catamos una tortilla de patatas que, verdaderamente, estaba buenísima. Y ración más que vistosa, oye. Desde aquel día, un nuevo must que añadir a la lista personal de tortillas en condiciones de Bilbao. Le echamos un ojo a la carta y decidimos acercarnos otro día a ver qué tal se cenaba en el famoso Marvelous, ese del que todo el mundo habla últimamente. Y el día elegido fue el de mi cumpleaños, el de los veintitodos. El local estaba a rebosar (pese a ser festivo) de gente cool de todas las edades, estilos y colores tomando algo, que no cenando. Cenando, hasta casi las 22:00 horas, cuando llegaron más clientes, sólo estábamos nosotros. Como...
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(+25 rating, 5 votes)Cargando... Uno de los regalos molones que nos hicieron con motivo del casamiento, fue una jamada o cena en el Aizian. Encima dieron en el clavo con el sitio, ya que lo teníamos pendiente en la lista de to do’s culinarios tras varias intentonas que resultaron fallidas. Decidimos guardar el bono para alguna celebración o acontecimiento y, como hay algo que celebrar en estos momentos, pues dimos uso del mismo hace dos sábados. Si es que la fortuna es sabia y tuvieron que truncarse las anteriores intentonas para que la primera visita al Aizian haya sido ahora. Todo pasa por algo. Este tipo de bono-regalo suele conllevar un menú ya cerrado, en función de la generosidad del que regala, obviamente. Y el nuestro pintaba muy muy bien. Paso a contar los detalles de la cena… El primero de los entrantes fue un carpaccio de bacalao con mousse de ajoblanco y helado de tomate seco, el cual amablemente sustituyeron para mí por unos raviolis de cigala con sopa de hinojo y praliné de avellana. Del carpaccio, el consorte me dejó catar la mousse y el helado. Muy ricos ambos. Mis raviolis de cigala, geniales. Muy sabroso tanto el relleno como la sopita que lo acompañaba (qué poco se usa el hinojo y el juego que da, oye). La verdad, creo que salí ganando con el cambio. Suerte que tengo. El segundo entrante fue el falso risotto de pulpo y patata con allioli de mejillones. La encantadora camarera nos sugirió probar el allioli al principio y, después, mezclarlo con el resto del plato. A mí, que no soy muy amiga del pulpo (es de esas cosas que me cansa comer), me pareció una maravilla. De gustar a todo el mundo y, además, ración más que hermosa para ser un entrante. El siguiente plato fue foie en costra de pan ahumado a la plancha con gelée de cerezas, para el señor; y unas mollejas de cordero con jugo del susodicho, crema de oveja carranzana y patata, sal de aceituna negra...
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Entre los pasados días 7 y 10 de noviembre se celebró en el Bilbao Exhibition Centre (BEC), en Barakaldo, la ya tercera edición de la Feria del Pintxo de Bilbao. Planazo para un finde otoñal lluvioso y desapacible, anda que no. Además del atractivo que suponía tener bajo un mismo techo a varios de los mejores embajadores de la tapa vasca, el acto principal de la feria tuvo lugar el domingo al mediodía. Nada más y nada menos que siete grandes chefs nacionales (y cuando digo grandes, no es por ser pelota), de siete provincias distintas, nos presentarían a unos pocos afortunados sus geniales creaciones en miniatura, maridadas con las mejores siete cervezas del grupo Mahou-San Miguel. La invitación me llegó el día anterior al evento. ¡Qué emoción! Iba a ser mi primera actuación como reportera dicharachera de LQCDM. Qué responsabilidad. Menos mal que no estaba sola en la hazaña. El amigo Eneko me dio apoyo moral y, a cambio, yo le di mis cervezas. Al llegar al recinto, di una vuelta por los stands de los hosteleros participantes. Un poco de todo. Bares tradicionales con estupendos bocatas (por 2 euros) y bares modernos del centro de la city con buenas tapas (también por 2 euros). Con lo que, según la elección, al visitante le podría parecer que, o bien le iba a salir la fiesta más cara que si se hubiera quedado en el barrio, o bien que la visita había merecido la pena. A las 12.50h tomamos asiento en primera fila del show-cooking-escenario que habían montado para ver a los Magníficos. Empezaron con una media hora de retraso, como buenas estrellas que son. Claro que sí, lo bueno se hace esperar. Pero, mientras aguardábamos, pudimos acercarnos a la improvisada cocina y ver de cerca la preparación de los platos, con lo que la espera se hizo de lo más amena y fructífera para el reportaje fotográfico. El primero en salir a escena fue el local Álvaro Garrido (Restaurante Mina; Bilbao), quien, como tenía que ir corriendo a su renovado restaurante a cubrir el servicio de mediodía, fue el encargado de abrir el bolo. Nos presentó el...
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