El Montenegro es un clásico popular de bodas y celebraciones varias. También en la actualidad es el generador de la franquicia de los restoranes Abaroa, pero de siempre ha sido un clásico cercano al pueblo.
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La Mary parece el restaurante pulcro y fashion pero informal que pondrían jóvenes y solteros, con muchos platos casi de batalla.
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Entre bares de diseño y barras de pinchos que son todo un espectáculo, La Trainera capea el temporal con ofertas como la que anuncia el gordito en su entrada.
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La taberna casta y bochera Maritxu está especializada en chuletones y también expende bocatas y sirve menús del día con muchos platos a elegir y también con mucha demanda.
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Una ruta de poteo por el Casco Viejo de Bilbao es lo más parecido en recorridos al Rayuela de Cortazar. Depende de tu estado de ánimo, de la gente con la que la pasees, del tiempo meteorológico, del tiempo cronológico, de si tomas vino o vas a zuritos.
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ASADOR ZURIA. PLACERES SIN PRISAS El que suscribe ya había comido en el restaurante asador Zuria, sito en el centro de Bilbao, en los sótanos del Hotel Jardines de Albia de la cadena Husa, propiedad del ex vicepresidente balompédico barcelonista Joan Gaspar. Mi estreno fue años ha, durante una comida profesional ya olvidada, pero cuando mi amigo el empático Pato (aka Mr. Duck) localizó en la web un cupón de descuento de Colectivia para el Zuria, recordé la ocasión y el local: su amplio comedor blanco de mantelería también blanca, su servicio atento y su acceso bajando las escaleras. Por la amplitud, blancura, formas rectas y luminosidad del refectorio, observó el anfitrión Pato: «Parece el comedor de un ferry». Sí, y le conté una comida que gocé yo en el ferry Bilbao-Portsmouth navegando entre lenguas de tierra que se atisbaban por los ventanales. Pero no perdamos el rumbo. Por 19 euretes de nada, el cupón de Colectivia ofrecía este menú degustación de cuatro platos, bebida excluida: 2 croquetas; ensalada de ventresca de bonito; chuletón a la brasa con pimientos asados; y tostada del Zuria con helado de queso. Se nos hizo la boca agua, sí, y la propuesta resultó impecable, nos anima a confiar de nuevo en los cupones de descuento que circulan por Internet y nos ayuda a olvidar el trauma del Rimbombín, nuestro estreno con un cupón de Groupon en una experiencia narrada en Lo Que Coma Don Manuel, denunciada casi. En el Zuria nos cambiaron hasta los cubiertos de las croquetas. Los camareros, alertas pero sin agobiar, nos llenaban las copas cuando el vino se iba acabando, nos retiraban los platos sin prisas y pasaban el recogemigas para complacencia de Pato. «Me recuerda al ‘slow food’», comentó. En efecto, fue un placer de dos horas disfrutadas sin prisas y regadas con agua Aquabona (3,5 €), que Pato ni probó, y dos marcas de vinos. Pato miró la carta de los caldos, corta, precisa y no muy cara, me la pasó y...
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En Sumo Bilbao se pueden encontrar una enorme variedad de sushis, nigiris, makis elaborados con lo mejor de los mares, del Índico al Pacífico.
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Si ya entre semana la calle Ledesma, en Bilbao, es punto de encuentro recomendado en cualquier guía, la noche del sábado se convierte en una especie de jungla en la que, como es sabido, tan sólo sobrevive el más fuerte.
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Cuando se tercia, los menús diarios del Abaroa de Las Arenas son una primera opción por la calidad del condumio, el precio de la estancia y la buena educación de los parroquianos, generalmente burgueses y ocasionalmente menestrales.
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El restaurante Torre Salazar ofrece menús especiales y del día, éste caro, pero el día que debutamos de segundo ofertaban lengua rellena de foie… ñam-ñam
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Dentro de mil años (más o menos) llegará un Joxe Miel de Barandiarán galáctico que nos estudiará antropólogicamente a los vascos del Siglo XXI. Si rebuscando entre las ruinas del Guggenheim y en los txokos fosilizados halla suficientes evidencias para formar un corpus documental, concluirá que los vascos fuimos un pueblo nómada. Un grupo de homo sapiens orgullosos de nuestra Tierra pero deseosos de abandonarla a la menor ocasión. Reforzarán esa hipótesis los numerosos restos de chándales Ternua que se hallarán en lo que fueron las costas asturianas (en el futuro conocidas como el Protectorado Arturo- Centuriense). Innumerables cenizas fosilizadas de barbacoas de chuletón serán desenterradas en las riberas del lago salado que ocupará la antigua Bureba burgalesa (mar de recreo de la élite marciana). Fragmentos de pies de Juanito apareceran trufando las playas paradisíacas formadas por la erosión de las cumbres de los Himalayas. Y ese estudioso llegará a explicaciones, que mezclarán la filosofía, la religión y el consumo de «precursores de consciencia expansiva en forma de cilindro incandescente» en el más amplio sentido del término. Llegará a la conclusión de que los vascos fuimos un pueblo elegido, pero como los israelitas (con perdón por la comparación) tuvimos que vagar durante centurias en los desiertos de Logroño o de Benidorm sin alcanzar el anhelado paraíso. Más que nada, porque nunca conseguimos ponernos de acuerdo en qué consistía ese paraíso. Un amigo me contó que estando en las cataratas de Iguazú escuchó una conversación en euskera arratiano a sus espaldas. Un grupo discutía sobre la belleza de ese salto de agua, pero finalmente los viajeros llegaban a la impresión de que no había comparación posible con la cascada (disculpas) de Gujuli. Es un ejemplo extremo. Quizás sea necesario que viajemos mucho y mal para darnos cuenta de que lo mejor, en ocasiones, lo tenemos al lado. En el caso concreto lo que pasamos a descubrir a nuestros egregios lectores está a unos escasos 50 metros del portal del que escribe este suelto. Y se preguntará el lector por la...
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Un maniquí vestido con la equipación oficial del Athletic Club, el mejor equipo de fútbol del mundo, recibe a los clientes de Cervecera Aurora.
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