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Contenidos Etiquetados "pulpo"
(+94 rating, 21 votes)Cargando... AVISO. ESTE LOCAL SE ENCUENTA EN ESTOS MOMENTOS CERRADO. SEGUIREMOS INFORMANDO. En ocasiones creo que he muerto. Sé que puede sonar un poco duro. Muerte en el primer párrafo de un post. No susto, directamente muerte. Pero es que es asi como me veo. Como en una novela de realismo mágico hispanoamericano (perdón, latinoamericano; está claro que fueron los centuriones romanos los que colonizaron América), estoy muerto, a días sí, y a días no. Yo, como soy más listo que Bruce Willis, me he dado cuenta antes y no he esperado que acabe la película para atar cabos. El otro día, en esta vida viajera que llevo, acudí a mi sede a hacer gestiones y me ocurrió algo increíble. En la otra acera, a diez metros, se encontraba mi amiga y musa y bloguera de moda Iwihsiwerekarl. Estaba con otra amiga/diosa (ella sólo tiene amigas que están requetebuenorras). Hablaban ellas todas engoriladas. Empezaron a cruzar el paso de cebra y yo hice lo mismo, con la mejor de mis sonrisas. Al quedarnos frente a frente, a cuarenta centímetros, grité «ciao, bellas!». Y, opps, siguieron adelante, sin oírme, sin verme. Seguí gritando ehh, ehhh, ehhhhhhh (fade out), y nada, ni por esas. Con el sentido del ridículo hecho trizas, pensé: «qué impresión de loqueras habré dado al resto de la peña por lo friki de la situación». Y allí vino lo más inquietante: nadie se dio por aludido, nadie vio, ni oyó nada. Conclusión, ese día estaba muerto. Ayer, sin ir más lejos, estaba muerto sólo a medias. Para unas sí, para otros no. Acudimos al chiringuito de la playa de Cuevas del Mar. Un lugar en el que tengo ganas de cenar un día a gusto, sin prisas y recorriendo su carta, que está llena de sorpresas. Además, me lo ha recomendado gente de la que me fío. El lugar mágico y, como diría un periodista muy cursi, del que no citaré nombre, un marco incomparable. Una prestosa DJ recorría en la terraza los éxitos del R&B, el sol se...
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En el Llagar de Tití acertamos. Por fuera una apariencia de gran lugar de comidas de bodas, enormes comedores, laaargos, elegantorros en el sentido clásico de la expresión. Con una gigantesca parrilla que nada más verla te pones muy contento.
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Siempre he pensado que, en esta tierra de grandes restaurantes y espléndidos pintxos, tenemos poca oferta en el tema de las raciones. Para rellenar este hueco ha llegado a Santurtzi la Mejillonería La Batea, enseña que ya tenía un establecimiento abierto en Barakaldo.
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El pulpo más recordado lo comimos en El Cachopito, en la calle Gascona, pequeño Bulevar de la Sidra ovetense, destino natural del turista más vaguete donde recomendamos empezar calzándose una docena de ricas parrochas en El Ferroviario.
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Sé que estoy alimentando a un monstruo, pero no puedo evitar hacerlo. Cuando este post se publique y alquien ponga en su busqueda de google «el mejor pulpo del mundo», es muy posible que nuestras despiadadas y maquiavélicas técnicas SEO hagan que lo primero que se lea sea esta crítica. Y entraremos en un bucle. Querremos disfrutar de un pulpo a feira fantástico en lugar pequeño, de no más de 30 comensales, y encima pretenderemos que no haya que esperar colas kilométricas y armarse de paciencia. Y no hija, no. Nueve de cada diez habitantes de Ribadeo y un asturiano de Castropol nos juraron que el mejor pulpo del mundo se sirve en Casa Villaronta. Y nos avisaron: tened paciencia, hay que esperar, mucho. Así que nos decidimos por el plan B y acudimos a cenar a las ocho de una tarde espectacular de un septiembre inusual (por el buen tiempo). Nuestro horario centroeuropeo se vio recompensado con la última mesa libre de la noche y desde una privilegiada ubicación pudimos contemplar el trasiego de bandejas de pulpo. [slideshow] Y, claro, pedimos pulpo en abundancia y no sabría decirles si el octopátido era el mejor, el amigo del mejor, o su cuñado, pero estaba en la liga de los grandes pulpos que han jugado a ese juego. Perfecto de carne, templado que no caliente, espartamente aliñado, de una manera minimalista, sabia, como diciendo «Señores, aquí se viene a comer pulpo y no a untarse el gaznate con pimentones». Los cachelos, que en otros establecimientos acompañan de serie al pulpo, aquí hay que pedirlos como extra y eso nos refuerza en nuestra impresión de que lo que cuenta es el pulpo y nada más que el pulpo. Y así, disfrutando, con una lágrima de emoción que desbordó nuestra mejilla y cayó en el cuenco de porcelana blanca en la que nos fue servido un Ribeiro de la casa que quitaba el sentido, fue pasando la noche. Estábamos en racha y pedimos también calamares, de los que...
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Con su reforma ha cambiado el comedor principal. Lo que no ha variado un ápice ha sido el trato del personal ni el resultado culinario satisfaciente, pues restaurante Lasal mantiene su esencia.
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Como prometió en su primer artículo sobre La Dársena, en cuanto le sobraron dos billetes de 50 euros Óscar Cubillo repitió en ese satisfaciente restaurante de Suances.
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Más que a beberlo, el brebaje invitaba a sumergir en él la punta de la estilográfica. Y en esta ocasión las apariencias no engañaban; acercamos nuestros labios al Barrantes y se manifestó desabrido, levemente agrio y de textura espesa.
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