Había mucha peña con pinta de currela en La Venta de Castañeda. Y varios comensales solos. Menos mi esposa y una tipa con pinta de turista, todos los clientes eran varones. Y sonaba música hortera.
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Pretensión casera y dimensión industrial en el menú diario del Solaetxe
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Tres días seguidos almorzamos entre semana en La Chata, empresa alejada de las carreteras y las playas, ubicada en el centro de Arnuero, a pie da su iglesia visible a distancia. De esos tres días, el local tuvo dos llenos con colas
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En la Semana de Pascua vacacionamos en Cambrils, Tarragona, municipio de larga tradición turística española. En esos días estaba lleno de parejas vascas con niños, sobre todo matrimonios guipuzcoanos que hablaban en euskera sin parar. Me sentaba en el paseo marítimo y de cuatro parejas que pasaban tres hablaban vascuence y la cuarta… caminaba silente. Durante esas vacaciones no me lo pasé demasiado bien: me sentía rodeado de vascos, La Txurri solo me hablaba de Matemáticas y de los zotes de sus alumnos, muchos bares estaban cerrados y los abiertos eran enormes pero no tenían ambiente (ni clientela), y el clima no acompañaba (cuando me arrojaba a la piscina me sentía un cubito de hielo en un gin-tonic… brrrruuuu). Haciendo memoria, mis mejores momentos fueron los de los almuerzos por ahí, los desayunos en el hotel Maritim (¡había morcilla!), las visitas al cercano Salou donde bebíamos pintas a dos euros en terrazas mirando al mar, la compra que hice en la vinoteca/licorería Morell de Cambrils, y las copas de cava con pinchos que consumíamos de abrebocas en el bar Lekeitio de Cambrils, enorme, con dos entradas a sendas calles, dos barras, terraza trasera, varios ambientes de comedores, cartas de vinos, de tapas, de raciones, de carnes y de pescados… y manadas de parroquianos vascongados… Estaba rodeado, sí. Antes de llegar a la costa mediterránea busqué en Internet los mejores restoranes de la localidad, o los más interesantes para mis pretensiones. Y de chiste lo que me acaeció ya en el pueblo: dos de mis seleccionados estaban cerrados por descanso semanal, otro cerrado por reforma, otro clausurado por jubilación (yo ya estaba desmoralizado) y había otro rechulo al que La Txurri se negó a entrar porque ponía la música a volumen alto. No exagero para hacer la gracia. Aparte, en Cambrils, créanselo, hay dos restaurantes con estrella Michelin: el Can Bosh, del que hablamos hoy, y El Rincón de Diego, aún mejor y del que escribiremos próximamente. En la provincia de Tarragona hay un tercero...
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El Bully es uno de los lugares preferidos para improvisar un plato combinado. Se aparca en la puerta y cuenta con una amplia terraza de lo más agradable para las noches de verano.
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Pagamos y marchamos de Cruz Blanca. Dejamos propina, pues el trato eficiente, correcto y muy agradable del camarero así lo merecía. Y es que una usura por parte del patrón no quita para un buen servicio del peón.
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Lasal conjuga servicio atento, comida sabrosa y local acogedor con espacio amplio, luz clara, manteles planchados y mármol, piedra y madera combinados.
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