Doce uvas de la suerte
¿Una burla a la clase burguesa de finales del Siglo XIX? Siempre estará al que no le gustan las uvas, la que las quiere sin piel, la que piensa que sería mejor doce lacasitos, la que dice que se le atragantan…
leer más¿Una burla a la clase burguesa de finales del Siglo XIX? Siempre estará al que no le gustan las uvas, la que las quiere sin piel, la que piensa que sería mejor doce lacasitos, la que dice que se le atragantan…
leer másUve propone merienda-cena con jarra de vino de la casa, unas tablas de embutidos y quesos zamoranos, con abundante pan, y, si nos animamos, pollo compartido.
leer másEn 2005, la cuarta generación de la familia Larzabal decidió tocar la fibra donostiarra desempolvando y repintando al simpático personaje que da la bienvenida a su negocio, Cafés Panchito. Ahora, celebra centenario con nueva imagen.
leer másDisfrutamos en «la taberna» de El Clarete, un coqueto y cómodo espacio que recupera la barra como elemento clave para acercar al comensal la propuesta gastronómica del local. Producto de temporada bien trabajado en formato ración, acompañado siempre por buen vino.
leer másDel 5 al 8 de octubre, el Kursaal hablará italiano, respirará aromas mediterráneos y verá desfilar unas cuantas estrellas Michelín vestidas de Armani. Ese toque italiano.
leer másHogar Dulce Hogar, una pastelería-cafetería-heladería que ofrece, en Gros, material de picoteo, hamburguesas con patatas, ensaladas, sándwiches, meriendas…
leer más(+13 rating, 3 votes)Cargando... Que el Bienvenidos de hoy esté soportado en la mismísima persiana del local, como el que hace unos días se publicaba en esta weg, es casualidad. Que el bar restaurante La Cepa se ubique en la donostiarra calle 31 de Agosto, como la nécora que tan graciosamente nos saludaba desde La Viña, en el número 3 de la misma rúe, es coincidencia. Que uno se llame “viña” y otro “cepa” es ya “acontecimiento histórico planetario”, como diría aquélla. Cuánta concomitancia. Algún motivo habrá. La cuestión es que esta imagen, un tanto lánguida y gris, oculta un negocio nacido en 1948, tradicionalmente reconocido por sus mixtos de jabugo, y que desde hace unos años es gobernado por Joaquín Pollos, profesional curtido en el entorno hostelero de la ciudad. Con el diseño no se han roto la cabeza. ¿Cepa? Pues cepa, tal que así, para que no quepa duda. Aunque, bueno, conociendo a Cuchillo, no me extrañaría que dijese aquello de «eso no es una cepa, es una vid. Que la cepa es el tronco y la planta es la vid». Lo discutiremos con un vino. De buena cepa. De la vid. De uva, al fin y al cabo. Yo que sé. (Uve) web de La Cepa ver ubicación C/ 31 de Agosto, 7 – 9; 20003 Donostia-San Sebastián (Gipuzkoa) 943 426 394 info@barlacepa.com * Lo Que Coma Don Manuel destaca en la sección Bienvenidos aquellos ornatos, muñecos, carteles, dibujos y otras decoraciones singulares que, con cierta gracia, nos dan la bienvenida a restaurantes, bares, bistrós, tabernas, chigres, sidrerías, tascas y demás locales hosteleros que tanto nos gusta visitar * La autora: UVE Es de números y tiene un secreto para conservar su línea. Sus amigos se preguntan por la clase de alimento, Uve sonríe coqueta y se guarda su secreto. Aporta el #mistery a Lo Que Coma Don Manuel. Amiga del anonimato, viste de negro, escucha a Roy Orbison para alegrarse, le parece que Iván Ferreiro grita, estudió en colegio de...
leer másUna imagen de Eva Garcés da la bienvenida a quien acude a La Cuchara de San Telmo.
leer más(+17 rating, 4 votes)Cargando... Empiezo confesando que ayer llegué tarde a la Jam Session Londres – España, en la jornada inaugural de San Sebastián Gastronomika 2013. Un retraso más que justificado, por supuesto, pero tarde al fin y al cabo. Y eso implica que me perdiera la primera intervención y la mitad de la segunda. Con esto, no pretendo más que justificar que la opinión tan personal en la que se basa este post, puede que no sea compartida por muchos lectores. Entendible. No escuché a Iván Ortiz y Neftalí Cumplido (Restaurante Hispania), llegué a mitad de cocción de la receta de César García (R. Ibérica), y permanecí atenta a Alberto Criado (R .Cambio de Tercio) y al último ponente, José Pizarro (R. Pizarro). Todos ellos españoles afincados en la ciudad de la niebla, con sendos establecimientos londinenses. Adoro Londres. ¿Si me dan a elegir? Me quedo con José Pizarro. No es que piense siempre que los últimos serán los primeros y todo eso… Además, lamento que los retrasos acumulados en las anteriores intervenciones derivasen en una excesivamente rápida actuación del extremeño Pizarro. Muy rápida, demasiado. Pero ágil y emotiva. Me gustó. Empezó solicitando al público asistente permiso para emitir un vídeo. En inglés, se disculpó. En su propio inglés. Un repaso a sus orígenes con más de una referencia a “my mother and my grandma”, y a “my madre and my abuela”. Con imágenes de sus dos establecimientos, sus tapas, su alta cocina y una foto final junto a sus padres. Dedicado. Gran aplauso. Y tras las prisas impuestas por el propio moderador, se lanzó a la explicación de un tópico. Y un típico, “Fish & Chips”. Él explicaba, en modo showman, mientras cocinaban sus ayudantes. En los anteriores casos, los que vi, era el propio cocinero el que se ocupaba de la elaboración. Pero a mi me gustó escucharle. Más relajado que el resto, sin moverse de aquí para allá, de la cocina a la encimera, de la encimera al horno… Él más a la cámara. Creo que sabe venderse. Y comenzó con la elaboración del plato. ¿El fish? Bacalao, marinado dos horas con pimentón de...
leer más(+64 rating, 14 votes)Cargando... A veces, una siente la necesidad de reconciliarse consigo misma, o de purgar ese punto de mal genio con el que, frecuente y desgraciadamente, ya no sorprende a muchos de los que le rodean. Esas mismas veces, basta aprovechar un momento de provocada coincidencia familiar, y en un arranque de generosidad, invitar a comer a parte de la familia, padres, hermanas, hijas, sobrinas y/o demás apegados, los presentes en el momento, sin convocatorias previas. Pues dicho y hecho. Me gusta conducir, me relaja, me permite pensar… Vaaaaale, llamémosle morriña, tal vez. Así que me hice la encontradiza, ¡tachán! Y, como quien no quiere la cosa, me planté en tierras castellanas; qué fácil, sabía que me los iba a encontrar allí. Tras las caras de sorpresa, abrazos, besuqueo, perotúquehacesaquí y demás, les propuse ir a comer. Como me conozco el percal, previamente arrastré a un rincón al patriarca con la intención de avisar de que yo me haría cargo de la dolorosa. Prometo que lo intenté con la mejor de mis sonrisas, y hasta con caída de ojos, pero hubo que recurrir al “innegociable, he dicho” para lograr mi fin. ¿Pero ésta no venía en modo reconciliación?, me pareció escuchar. Hacía mucho calor aquel sábado y no era plan meterse entre pecho y espalda una de cocido maragato, ése que se come al revés. Ya se sabe, luego nos entran sudores, sopor inevitable y, a alguno más que a otras, necesidad de siesta. Así que dejamos la visita a Castrillo de los Polvazares para otra ocasión. Precioso pueblo, por cierto. Sinceramente, y para qué negarlo, yo iba con antojo de bacalao con pimentón, claro, lo típico por la zona. A falta de otras ideas, pusimos rumbo a Valderas, un pequeño pueblo leonés donde se ubican tres establecimientos que presumen de despacharlo bien rico en sus cartas: Casa Zoilo, El Rebeco y Gatito (miau). Y aquí y ahora entono el ‘mea culpa’ y reconozco el error, por no haberme informado debidamente y...
leer másSi vas a El Ruedo, fíjate en la figura de un Manolete de ojos tristes que te vigila tras la barra. Y en un par de cabezas de astado que lucen bien chulas en sendas paredes, cual torito enamorado de la luna, que además de bravura tiene pinta de donjuán.
leer más(+60 rating, 12 votes)Cargando... Vale que todos estemos deseosos de verano, de ese sol que se ha empeñado en esconderse más de la cuenta. Vale que necesitemos disfrutar el aperitivo en terraza, haciéndonos los fuertes; sin sombrilla, ¡ea!, que llevo protección 50. Todo vale. Todo menos la falta de decoro/recato. Y es que no llego a comprender, me hace daño al ojo (soy así), no puedo con ese personaje que se te sienta al lado, close to you, o que apoya su axila junto a las gambas de la barra (¡qué culpa tendrán las pobres gambas!), como recién salido de la playa. O como si todavía estuviese en ella. Y repito recién, por esos cuerpos serranos embadurnados en crema; de coco, para más inri y aroma. Sudorosos todos ellos, pies enchancletados con bien de arena, sin camiseta, bañador súper-mega-ajustado, segunda piel, ¡buah! Y cada vez que la canícula me deleita con tal espectáculo, se me corta hasta la mahonesa, y viene a mi mente un artículo de Arturo Pérez Reverte de hace ya unos años. Diré que soy más fan de los artículos de Reverte que de su novela. Y que aquel verano, aquel largo y cálido verano, su reseña semanal en cuestión vinculaba indumentaria con gastronomía, o más bien ciertos hábitos (malos) en el vestir con ciertas actitudes (peores, aún) a la hora de comer. Se me antojó gracioso el relato, quedando grabado en mi subconsciente por numerosas razones. Entre ellas, su título, tan musical y fácil de recordar: “No me pises que llevo chanclas”. También por su contenido, con el que comulgaba (y comulgo) totalmente, de principio a fin. Hoy puedo afirmar que es atemporal, que hay cosas que no cambian, por muy europeos que nos sintamos. Reverte presenta un país de pandereta con esa ironía tan suya, relatando su experiencia en dos situaciones muy diferentes en las que tuvo el honor de compartir espacio con varios de los referidos pepepiscinas; la primera, degustando unas manitas de cerdo en salsa de cigalas,...
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