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Publicaciones por Cuchillo
(+59 rating, 12 votes)Cargando... Déjenme comenzar esta pieza con un alegato en defensa de la hamburguesa: señores, señoras, la hamburguesa es un invento cojonudo estupendo. ¿Qué puede haber de malo en unir una buena pieza de carne picada de calidad, algo de salsa sabrosa y un puñado de vegetales y hortalizas frescas? A ver, se me ocurre que uno de los inconvenientes puede ser la dificultad para comerla; imagino la torre original desparramada, con rodajas de tomate, hojas de lechuga y ruedas de cebolla bien pochada desparramadas por el plato. Lo acepto, es una posibilidad, pero eso ya lo tuvo en cuenta hace más de un siglo Charles Nagreen (o quien fuera su inventor, pues su ‘paternidad’ es muy discutible y discutida), quien resolvió meter todo entre dos panes. Genial. La solución permite disfrutar todos los sabores al tiempo, aporta movilidad al bocadillo (a su consumo) e incluso incrementa la satisfacción. Un buen pan aporta aroma, tacto crocante y sabor. Lo dicho, la hamburguesa es un invento cojonudo fantástico y la mala fama asociada, producto de los desmanes de las multinacionales del fast food, es injusta. Es como decir que los croissants son una porquería, porque los que hace el panadero de mi barrio son una masa gomosa y pringosa. Dicho lo cual, entenderán que me gusta comer buenas hamburguesas. En Getxo busco las del Gure Etxea, de las que hablé en su día, y las del Carpanta, de las que un día hablaré. Y en Donostia me gustan las de Va Bene. Es bien sabido, deje constancia de ello en una reseña de cierto calado en la que Iker dejó el siguiente comentario: «Va Bene está genial, ahora le ha salido una dura pero que muy dura competencia, Holly Burger, en la misma parte vieja y con patatas fritas caseras!!!!!». Tentador. Había que ir. Y fui. Acudí de noche y comprobé de primera mano que un mar de espejos aturde al neófito cuando avanza por el amplio comedor, y facilita sobremanera la tarea del espía, que puede aprovechar sus cruces y ángulos para desempeñar...
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Hoy, 29 de septiembre, es el Día Mundial del Corazón. Por eso voy a intentar transmitirte unas pocas claves para llevar una dieta cardiosaludable. Como si este fuera el blog de AR.
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Qué caras pone uno cuando padece una lapidación cardiosaludable, a frutazo limpio? Compruébalo en el videoclip de ‘Floating’, single del conjunto irlandés Jape.
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El pulpo a feira es sólo una de las especialidades gallegas que figuran en la oferta de este local llamado Mariño y vinculado al CD Mariño
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La sección ‘Mueble bar’ se estrena con Spitfire, una cerveza inglesa que vio la luz para conmemorar el 50 aniversario del combate aéreo sobre la ciudad de Kent, enmarcado en la célebre Batalla de Inglaterra, cuando la Luffwaffe alemana trataba de imponerse a la RFA.
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Te contaré un secreto: los lobos no sólo comen carne cruda (y beben agua del mar), también saben sentarse a la mesa, servilleta al cuello, para dar buena cuenta de guisos y asados. Lo he visto en la persiana del Restaurant du Loup, un local que presume de estar especializado en foie gras.
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Radiohead, abonado a la introspección, canta al desamparo en un tema de corte pop en cuyo videoclip promocional, rodado en Dick’s Restaurant, se mezclan intrigas, platos combinados y maletines; ah, y terminan atragantándose las patatas fritas.
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(+26 rating, 6 votes)Cargando... Aunque no hago ascos a nada, quizá pueda decirse que soy, ligeramente, más de pescado que de carne. Mi entorno es consciente de ello. Y mi fuente dianense no es una excepción. Por eso dejó escrito lo siguiente junto al nombre de Casa Federico: «está especializado en arroces y pescados, y ofrece platos de la cocina mediterránea. Recomendable si queréis comer buen pescado». Así, desde el primer momento yo sabía que recalaría en Restaurant Les Marines (también se llama así el negocio de Federico Cervera, el de La Seu…); lo hicimos, probamos varias especialidades locales y salimos contentos. Cumplen. La primera impresión fue visual, estética, pues el aspecto moderno que proyecta el exterior, con su acristalamiento, no se corresponde con el mobiliario del interior, donde se combinan asientos de mimbre y sillas más propias de una taberna andaluza. Ya acomodados, nos enfrentamos a la carta, pedimos sólo pescado y lo regamos con una botella de chardonnay, con etiqueta de Enrique Mendoza (15 €), una de las bodegas que han procurado y protagonizado el salto de calidad de los vinos alicantinos. Primero llegó pan acompañado de alioli (1,30 €/pax), rico, y pronto hizo lo propio nuestra primera elección, media ración de pulpo seco (6 €). Se trata de una preparación típica de la cabecera de Marina Alta, donde es frecuente ver los cefalópodos colgados, secándose, en tendederos. Para muchos, una escena casi fantasmagórica; para mí, una bella estampa que habla del lugar, de sus costumbres, de sus diferencias, de su cultura gastronómica. En Casa Federico sus patas se sirven cortadas finamente, tiesas y con predominio del gusto a brasa sobre el pulpo. El apartado de aperitivos es en esta casa el mayor vínculo con la tradición, y lo siguiente fue un platillo de cortezas de bacalao a la brasa (4,5€), presentadas sobre ruedas de tomate. Para disfrutarlas, hay que estar prevenido y predispuesto ante su gusto a quemado. Heavy metal. A mi, me entretuvo; mi acompañante se retiró pronto. No guardo un gran recuerdo del atún...
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El clip de The Pretenders se rodó en un clásico diner, pero sólo se sirven unas infusiones. Para eso no hacían falta tan elegantes mandil y cofia, pero siempre (siempre) es un placer escuchar la incomparable voz de Chrissie Hynde. Aunque el plato esté vacío.
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(+47 rating, 11 votes)Cargando... Mmmmmmhhhhh…. Me levanto el jueves, tranquilamente, y echo un ojo a los ingredientes de las galletas que tengo ahora mismo en la despensa, a las que he comprado en alguna visita al supermercado del barrio. Compruebo que la “receta tradicional” de las Pastas de Gullón incluye jarabe de glucosa y fructosa, dextrosa, gasificantes (bicarbonatos sódico y amónico) y aroma de vainilla. Curiosa tradición. Cerca se almacenan los Filipinos de chocolate negro; cómo me gustaban, pese a contener lactosa, grasa láctea, emulgente (lecitina de soja), aromas, antioxidantes E-304 y E-306, almidón de trigo, más gasificantes (bicarbonatos sódico y amónico), crémor tártaro y también jarabe de glucosa y fructosa. Ay, las Chips Ahoy! Se las devoran los críos con su idéntica sucesión de dextrosa, emulgente, antioxidantes, gasificantes y jarabes. La fórmula de La Buena María, la galleta comercializada por Fontaneda, tampoco se queda corta, pues añade metabisulfito sódico al ya familiar chaparrón de antioxidantes, jarabes, gasificantes, emulgentes y aromas. Eso sí, presumen en la caja de no contener colorantes. Qué cachondos. Y en la despensa de Iparralde tengo unas Cookies, de Top Budget, bien surtidas de difosfato disódico. Qué rico. Se me ha quitado el apetito. En algunos casos, no son crujientes, son más bien un arma arrojadiza, pues la lluvia de aditivos logra una resistencia al mordisco que parece dañar incluso la capa de esmalte de la dentición a cada bocado. ¿Saben? No sé qué opinan ustedes pero, a mi entender, las mejores cosas son las que se hacen con cariño y sin artificios. Con pasión. Y eso parece aplicar a sus gallegas la familia de Marino García (bisnieto del fundador Adolfo García), desde 1896. Ese año se fundó La Luarquesa, casa asturiana, independiente, que en su discurso habla de elaboración artesana, de ingredientes naturales, de sabor y frescura… Como muchas otras, sí, pero en su caso esas lindas manifestaciones, esas declaraciones de intenciones, encuentran reflejo en los bocados que se dan a sus productos. Para empezar, son partidarios de la...
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Restaurante Igeldo, restaurante Mariñela; tanto monta, monta tanto. Ambos negocios comparten espacio en el puerto donostiarra, sus toldos conviven, uno junto al otro, en el mismo soportal, a la altura del número 15 del antiguo muelle de pescadores. Uno llama para reservar mesa al Mariñela, le sientan en el Igeldo, le alcanzan una carta del Mariñela y (tachán) el ticket lo encabeza el nombre «Rte. Igeldo Jatetxea». Es uno solo, vamos, y vive ajeno a la monumental crisis que azota al ciudadano peninsular desde hace, al menos, un lustro. La burbuja inmobiliaria ya estalló, afortunadamente, y ahora son los hosteleros quienes se las tienen que ingeniar para seguir ganando dinero pese a que éste escasea en los bolsillos de sus vecinos. La burbuja gastronómica también se desinfla y hasta los chefs más reputados diversifican y se embarcan en aventuras prêt-à-porter como gastrobares, despachos de tapas de autor, cursos y talleres… El único lugar de este planeta ajeno a tal realidad parece ser San Sebastián, donde aún hoy es posible pagar 40€ por tres anillas de calamar rebozadas, un puñado de ensalada, una docena de sardinas y arroz con leche. El turista accidental y el flujo constante de franceses con renta per cápita superior mantienen intacta la burbuja donostiarra, donde siguen empeñados en cobrarnos por encima de sus calidades, y de sus capacidades. Y, dado que hace años que borramos las fronteras, parece que al ciudadano no le queda otra que resignarse al atropello. ¿Les parece una exageración el caso de las sardinas a 40€? Pues está basado en hechos reales, concretamente en una cena celebrada allí, en el restaurante Igeldo – Mariñela, a principios de agosto. Tres parejas pedimos una ración de calamares, cinco de ensalada mixta, seis docenas de sardinas, cinco postres y algo de beber, y la cuenta ascendió nada menos que a 240,90 euros. Aurrera mutilak, aurrera Gipuzkoa… A ver, a mi plin, que soy de Bilbao, y a mi amigo Oier también (dejó 5€ de propina, aunque la factura ya incluía 7,04€...
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(+77 rating, 16 votes)Cargando... La nouvelle cuisine fue un paso impresionante para el universo culinario, una (r)evolución necesaria y agradecida que removió sus cimientos y sentó las bases de su evolución actual. No obstante, la perversa asunción y malinterpretación de sus líneas maestras, muchas veces desde el desconocimiento, el snobismo o el mero interés económico, llega a ser un insulto al comensal. No todo se reduce a miniaturizar preparaciones, como hacen algunos. Ni pintar el plato del menú del día con pinceladas de vinagre de Módena te convierte en un gran chef. Por eso me encanta dar con lugares como Casa Comerciante, que rezuman campechanía, austeridad, autenticidad. Uno, cuando va a la Galicia interior (pero interior interior), no espera encontrar un McDonald’s detrás de ese bosque de carballos. Ni locales de diseño. Ni esferificaciones. Lo realmente reconfortante es dar con un lugar como Casa Comerciante, un comedor de pueblo (sin ningún matiz despectivo) donde uno espera encontrarse con cazadores y lugareños, donde se guisa como en los viejos tiempos, y aquellos productos que es natural encontrar en pleno monte. Nosotros llegamos una noche, ya cerrada, y nos costó un poco dar con el comedor. Subimos hasta la segunda planta y volvimos a bajar a la primera. Abrimos dos o tres puertas y dimos, por fin, con el refectorio, donde dos grupos numerosos ya daban cuenta de la cena. En nuestra mesa esperaban buen pan, platos y grandes bandejas de inoxidable con entrantes fijos. Y consistentes. A saber: empanada de grelos, chorizo y panceta; ensalada de tomate, lechuga y cebolleta, bien alegre por acción del vinagre; y más bandejas con chorizo, salchichón y jamón. Un canto a la sencillez. Dimos cuenta de ello con agua y varias cervezas (Estrella Galicia y Mahou), que llevaban a la mesa en latas que uno mismo abría. La oscuridad envolvía la noche, el frescor nocturno achuchaba, la lluvia no cesaba… y todo ello hacía más atractivo el listado de platos principales. Había para escoger ternera guisada, estupendo pollo (de verdad) guisado,...
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