Abierto en 2001, el Restaurante Urzay tiene dos comedores y se vende así: «Cocina tradicional vasca actualizada. Repostería casera de gran calidad». Pero lo que más mola es la casquería: los caracoles.
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Lo que antes era un bar decorado con gusto, con barra bien surtida, con luz y jamones colgados, se había transformado en una especie de lounge bar oscuro, amplio y bien dispuesto, pero diferente. Odditty.
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El bar Rotterdam es un restaurante prototípico especializado en comida sin chorradas: croquetas, pimientos del país, ensaladas, bacalao al pil pil y a la vizcaína, chuletas y postres caseros. Productos de temporada y elaboraciones de la vieja escuela.
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No todos los días se presenta en sociedad un turrón con denominación de origen. Sokonusko es su nombre propio y tiene más de 300 años de historia. Es el único turrón vizcaíno; el auténtico turrón de Bizkaia. El más vendido en estas fechas de entre todos cuantos se elaboran de manera artesanal.
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(+25 rating, 5 votes)Cargando... He meditado escribir o no las siguientes lineas. Me ha pasado lo mismo que a los dibujos animados, cuando se pelean moralmente con el angelito y el demonio. El angelito me decía que me lo guardara para mí, que un mal día lo tiene cualquiera, que el local es de reciente apertura y que una mala experiencia hecha pública en la red podría ser un varapalo. Pero, pensándolo mejor, creo que es justo, tanto para los clientes como para el propio local, conocer aquellos aspectos que son mejorables y poner remedio lo antes posible. Digo. Pero antes de entrar en detalles subjetivos, al César lo que es del César. El local es chulo a rabiar, lo mires por donde lo mires. Es amplio, moderno y está decorado con mucho gusto. En cuanto entras por la puerta, parece que un avión ultrasónico te acaba de teletransportar al Soho neoyorkino, lo menos. Además de con la decoración, me quedo con la cita de Joe E. Lewis que reza en la pared principal: «Me puse a dieta, juré que no volvería a beber y a comer en exceso, y en catorce días había perdido dos semanas«. ¡Amén! Lo voy a escribir en un postit y lo voy a pegar en mi nevera como leitmotiv. En nuestra primera visita, hace unas semanas, además del bebercio correspondiente (a destacar, grifos de cerveza de la aragonesa Ámbar), catamos una tortilla de patatas que, verdaderamente, estaba buenísima. Y ración más que vistosa, oye. Desde aquel día, un nuevo must que añadir a la lista personal de tortillas en condiciones de Bilbao. Le echamos un ojo a la carta y decidimos acercarnos otro día a ver qué tal se cenaba en el famoso Marvelous, ese del que todo el mundo habla últimamente. Y el día elegido fue el de mi cumpleaños, el de los veintitodos. El local estaba a rebosar (pese a ser festivo) de gente cool de todas las edades, estilos y colores tomando algo, que no cenando. Cenando, hasta casi las 22:00 horas, cuando llegaron más clientes, sólo estábamos nosotros. Como...
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Atención amiguitos, llega el Porrón Eguna. Para aquellos osados que afirman que Bilbao es una ciudad aburrida, una actividad y un vídeo genial para desmontar esa premisa absurda.
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Todo correcto en restaurante Ur-Gatza, en un ambiente relajado, pese a lo pequeño que es el blanco y minimalista comedor, y bien atendidos en todo momento por un camarero que no escatima explicaciones.
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(+25 rating, 5 votes)Cargando... Uno de los regalos molones que nos hicieron con motivo del casamiento, fue una jamada o cena en el Aizian. Encima dieron en el clavo con el sitio, ya que lo teníamos pendiente en la lista de to do’s culinarios tras varias intentonas que resultaron fallidas. Decidimos guardar el bono para alguna celebración o acontecimiento y, como hay algo que celebrar en estos momentos, pues dimos uso del mismo hace dos sábados. Si es que la fortuna es sabia y tuvieron que truncarse las anteriores intentonas para que la primera visita al Aizian haya sido ahora. Todo pasa por algo. Este tipo de bono-regalo suele conllevar un menú ya cerrado, en función de la generosidad del que regala, obviamente. Y el nuestro pintaba muy muy bien. Paso a contar los detalles de la cena… El primero de los entrantes fue un carpaccio de bacalao con mousse de ajoblanco y helado de tomate seco, el cual amablemente sustituyeron para mí por unos raviolis de cigala con sopa de hinojo y praliné de avellana. Del carpaccio, el consorte me dejó catar la mousse y el helado. Muy ricos ambos. Mis raviolis de cigala, geniales. Muy sabroso tanto el relleno como la sopita que lo acompañaba (qué poco se usa el hinojo y el juego que da, oye). La verdad, creo que salí ganando con el cambio. Suerte que tengo. El segundo entrante fue el falso risotto de pulpo y patata con allioli de mejillones. La encantadora camarera nos sugirió probar el allioli al principio y, después, mezclarlo con el resto del plato. A mí, que no soy muy amiga del pulpo (es de esas cosas que me cansa comer), me pareció una maravilla. De gustar a todo el mundo y, además, ración más que hermosa para ser un entrante. El siguiente plato fue foie en costra de pan ahumado a la plancha con gelée de cerezas, para el señor; y unas mollejas de cordero con jugo del susodicho, crema de oveja carranzana y patata, sal de aceituna negra...
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¿Recuerdan haber leído en alguna ocasión, en algún medio (si exceptuamos, claro, a la revista Mongolia) una crítica, de cualquier tipo, a El Corte Inglés?
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A la hora del almuerzo, quizá cuando más flojean, se puede comer en Willows un «menú ligero» a base de ensalada, bebida y café. Pero preferimos su menú inglés y sus tartas.
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El comedor de La Bodeguilla es chiquitajo, pero tienen también terraza, por lo que entra bastante gente de una tacada. Pagamos 9 euros por cabeza. Sólo la morcilla ya lo valía.
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(+65 rating, 13 votes)Cargando... Me apenó el cierre del restaurante Tellagorri, sito en el centro de Algorta. A menudo miraba en su web el menú del día y me relamía imaginando salsas, colores, sabores… Tras cinco años ahí, los que lo dirigían no llegaron a un acuerdo de renovación del alquiler con los dueños del caserón y debieron buscarse las alubias en otra parte. Ahora el caserón está de obras y un cartel advierte que se atiende temporalmente en el cercano bar restaurante Boga, otro sitio molón pero menos. Un día mi hermano Igor, rector de esta web, me transmitió las siguientes indicaciones: «¿No andas mucho por Plentzia y por ahí? Me han contado que los del Tellagorri han abierto un restaurante que se llama Las Palmeras. ¡Entérate!». Y un día que mi cuñada María, desde Madrid, buscaba un local bueno y barato por esa verde y costera zona vizcaína, para celebrar un cumpleaños entre seis personas, en la Red se topó con que la comunidad virtual ponía de maravilla a Las Palmeras. «¿Lo conoces?», me preguntó. «No, pero me han hablado bien de él. ¡Reserva!». Telefoneó María y, por mail, le mandaron el apetitoso menú degustación de ese fin de semana; seis propuestas más bodega con estas instrucciones: «Agua. Tinto crianza DO Rioja, blanco DO Rueda, rosado DO Rioja o DO navarra (1 bot x 2 personas). 30,00 €, 10% IVA incluido». ¿A que apetece? Las Palmeras se alza en la carretera Urduliz-Plentzia, en la vía interior, la que discurre entre curvas y bosque. Como quien dice, sólo se puede llegar en coche. Nosotros casi nos perdemos, porque desde el local nos explicaron mal el trayecto, pero el sexto sentido de mi esposa hizo que llegáramos bien. Aparcamos en su parking, donde se alzan las palmeras, y cruzando la barra corta del bar con pinchos entramos en el comedor, para unas 20 personas. Sonaban los Rolling, mi suegra y mi cuñada pidieron que bajaran el volumen y lo hicieron. No se va a...
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