Siempre he pensado que, en esta tierra de grandes restaurantes y espléndidos pintxos, tenemos poca oferta en el tema de las raciones. Para rellenar este hueco ha llegado a Santurtzi la Mejillonería La Batea, enseña que ya tenía un establecimiento abierto en Barakaldo.
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Una cena completa en Shibui, con las suficientes dosis de intriga y deleite como para dejarnos con ganar de repetir.
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La Foca Nicanora estuvo considerada durante años una buena pizzería. Superior. Muy superior a franquicias como Telepizza, Pizza Hut y Domino’s, por supuesto. Incluso las suyas fueron señaladas con frecuencia como las mejores pizzas de la villa.
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Contentos debutamos en el restorán La Cuchara, de propuesta tradicionalista pero actualizada con ribetes. El negocio radica en Botica Vieja, frente al Palacio Euskalduna, y no hay que confundirlo con el similar y próximo figón chuletero La Gabarra.
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Este dibujo preside la fachada de la sucursal en el número 3 de la calle General Gardoki, en Bilbao, de La Tagliatella, cadena de restaurantes especializados en «gastronomía italiana».
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La carta de Bascook consiste en un periódico que puede estar encabezado por citas de genios como Groucho Marx y donde la oferta se reparte en tres categorías: V, Km 6 y Travelling Mundutik.
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Muy bonito es el restaurante Tellagorri, sito en el cogollito del poteo de Algorta, cerca de los bares y también restoranes Piper’s, Ugartena y Boga, éste último muy influido por el Tellagorri. Ubicado en un antañón caserón de piedra, el Tellagorri ofrece molona y solicitada terracita (atestada en estío, sí), bar bien puesto, servido y provisto (vinos anunciados en una pizarrita, pinchos variados, raciones de anchoas y champiñones, un caldo que un día me resucitó de una resaca mortal, etc.) y comedor subiendo la escalera. Un comedor tan precioso como revelan sin trampa ni cartón las fotos de su cuidada web. Un comedor coqueto con vigas y techo de madera, piedras en la pared, bonitas ventanas, espacios pintados en rojo, agradable mantelería, buena disposición de las mesas, clientela educada que no habla alto y a menudo muy mayor, y ninguna música de fondo, lo cual contribuye a la serenidad general del ambiente. Algunos cocineros recomiendan encarecida y públicamente los pescados del Tellagorri (a menudo en piezas de kilo para dos raciones) y no pocos clientes avalan su chuletón. Los del Tellagorri en su web escriben que hacen cocina tradicional con toques actuales, pero no sé, yo diría que su éxito se halla en el producto, diversos exotismos en los platos y la cuidada elaboración, todo al servicio de un papeo clásico pero puesto al día. Hacía mucho que no íbamos a comer ahí. En Carnaval nos animamos a su menú del día: 14 lereles, IVA incluido, con vino riojano y propuesta culinaria de luengos bautismos en los platos pero hondos sabores. Era miércoles y el comedor se llenó y muchas mesas doblaron su utilidad. Las atendía un chico dicharachero, raudo y cómplice, de afabilidad descarada y echada p’alante, un tipo charlatán y suelto infectado por el síndrome Mario Vaquerizo y que a La Txurri le cayó muy bien. Ese miércoles había cuatro entrantes en el menú: ensalada con lascas de idiazábal, piquillos y vinagreta de nuez y más cosas que ni recuerdo ni apunté...
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El estudio de arquitectura LG&A ha trabajado durante dos largos meses en la reforma de La Casetta y ha dado soluciones que nos gustan, como la diáfana primera planta, un techo en láminas blancas, los grandes ventanales, el friso lleno de luz o la barra y los techos que, además de decorar, insonorizan.
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Aquí cuando uno dice «voy a comer en ‘el alemán», se refiere a que va a hacerlo en el restaurante Ein Prosit Bilbao, el regentado por Enrique y Alfredo Thate.
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Es original el diseño de fachada de La Chuleta sin Espina, tiene gracia su logotipo y nada más entrar te encuentras con una exhibición del genero, una iniciativa agradecida mas no espectacular.
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Cuando realmente te pones a analizar lo que estás comiendo en Deluxe,, llegas a la conclusión de que todo es envoltorio.
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Las copas no tenían grabados nuestros bellos nombres, lo que allí ponía era «Artajo» con grueso rotulador rojo-granate.
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