Vitoria-Gasteiz acoge durante cuatro días ‘Con las manos en la mesa’, una exposición multidisciplinar, impulsada por Josean Merino (perretxiCo), que encuentra inspiración en el universo gastronómico.
leer más
Sólo los lunáticos pueden aspirar a la genialidad. Dabiz DiverXO lo sabe. Sorpresa, incertidumbre, goce, hilaridad, erotismo, procacidad… Hagan juego, señores.
leer más
(+2 rating, 1 votes)Cargando...Acaba de ser publicada en DVD la película india The Lunchbox, ópera prima de Ritesh Batra. Una historia de amor con sabores especiados localizada en Bombay (me niego a llamala Mumbai). En la megalópolis hindú funciona, desde hace más de cien años, el llamado dabbawala un sistema de reparto de comidas en fiambrera que involucra a cinco mil operarios y que reparte cada día más de 130.000 tarteras. La peculiaridad de este sistema consiste en la práctica ausencia de errores en el reparto y en el hecho de que cada fiambrera es recogida en la vivienda del destinatario, donde es cocinada por su esposa, y luego al final del día (vacía, se supone) es devuelta al origen. Desde nuestro punto de vista occidental nos preguntaremos ¿por qué, cuando van al trabajo los currelas bombaitarras, no salen ya con la fiambrera en mochila y se evitan todo ese periplo? Las razones son culturales y de pura logística. En Bombay, en muchas zonas, el agua corriente no se establece hasta bien entrada la mañana, también el sistema de castas hace que cada individuo tenga unos tipos concretos de comidas adecuados para su grupo social y, por fin, el estilo de comidas hace que sea conveniente que la elaboración esté lo más cercana en el tiempo a su consumo. Si te casas lo lamentarás. Si no te casas, también lo lamentarás. Søren Kierkegaard En la película juegan con la ausencia de errores en el reparto de los tupers, un hecho que ha sido estudiado a fondo por gigantes de la distribución comercial como Amazon o DHL, y consiguen que la excepción arme la trama. El viudo y desencantado Fernades, a punto de jubilarse, recibe, por error, la fiambrera que todos los días se esfuerza en preparar a su esposo la aburrida ama de casa Illa. El marido de ésta, un patán desagradecido, no aprecia los desvelos culinarios de su señora y, por fin, las comidas, minuciosamente cocinadas, llegan a alguien que las saborea. En...
leer más
No se puede decir que #Chef sea una obra maestra, pero tiene corazón, tiene oficio, tiene pasión y desborda amor por la gastronomía, por la vida y por su trabajo.
leer más
En la película ‘The trip’ un mujeriego Coogan, actor de relativo éxito, es fichado por el diario londinense The Observer para hacer un reportaje sobre seis restaurantes ingleses.
leer más
Cualquier cosa que te diga si NO has visto Breaking Bad, sobrará. Cualquier cosa que te diga si SÍ has visto Breaking Bad, sobrará.
leer más
‘El chef, la receta de la felicidad’, lo que podía haber sido una buena película, es una distracción o un entretenimiento banal. Si usamos el símil de la gastronomía diremos que tiene ingredientes de primera calidad pero el cocinero la ha pifiado.
leer más
Se ha estrenado en DVD la película gastronómica francesa «La Cocinera del presidente». Una buena ocasión para disfrutar con las recetas más tradicionales galas y de salivar mientras se ingieren cantidades industriales del preciada trufa negra del Perigors.
leer más
Vicenta N’Dongo pidió asesoramiento a Carme Ruscadella y la película ‘Menú degustación’ cuenta “con la colaboración» de El Celler de Can Roca.
leer más
«Comer pollas» es una expresión que en sus derivadas es tremendamente rica en significados. Desde el insultante me vas a comer la p. a los neologismos eres un@ «comep.» y así en un largo etcétera.
leer más
Ayer, en un magnifico post, como siempre, políticamente incorrecto, Óscar Cubillo, mostraba sin tapujos su preferencia por los caracoles. Uno, siempre ambiguo y dado al goce con calzón quitado, no puede con este simpático, carnudo y cornudo animalito. He visto demasiados caracoles por las esquinas, las aceras, los badenes, alimentándose de las comidas más variopintas para que les tenga mucho cariño. Son babosos, se arrastran por el suelo y meterse ese cuerpecillo de resonancias fálicas en la boca resulta demasiado para mi maltratada sexualidad. Me imagino que el primer riojano o francés que, allá en la prehistoria, cocinó un caracol tuvo que estar pasando un hambre del carajo de la vela. En el cine comer caracoles sólo le queda bonito a Julia Roberts en la escena de Pretty Woman, y eso porque no consigue comer uno solo y se le escapan volando el resto, como etéreas mariposas por el aire. En cualquier caso, una pena, hubiera estado MUY bien ver a Julia metiéndose un caracol en esa boca que más que boca es un buzón del servicio postal. Por otro lado, si hay algo en lo que un machote no pueda evitar amplias resonancias sexuales en la comida es en el placer de la ostra. Abrir la concha, que siempre se resiste, como buena concha, echar limón, ver los movimientos del bicho y con una ligera inclinación de cabeza meterse el contenido en la boca, sorber con ruido y pasar la carne temblorosa de un lado a otro de la boca y tragar. Oh sí, sí, siiiiii, tragar y tragar. Hemos hecho locuras comiendo ostras, hemos comido ostras como si no hubiera un mañana, nos hemos intoxicado, hemos vomitado y… bueno, dejémoslo ahí. Pero el criminal siempre vuelve a la escena del crimen. Este es un post dedicado a la gastronomía y el cine, y el «momento ostras Vs caracoles» es, sin duda, la escena de Spartacus, el film de Kubrick que cuenta con un magnífico guión de Dalton Trumbo. Marco Licinio Craso (Lawrence...
leer más
Ya está aquí septiembRe. RecoRdad que ya es hoRa de comeR algo de cascaRilla. HombRes sabios. TomaRemos la cetaRea. AboRdaRemos el vivero. Viva el maRisco. Viva.
leer más
Comenta, que algo queda