Yo era más de Tente que de Lego, pero ahora soy más de Petramora y del restaurante La Molinera, que vuelven a unir capacidades, agenda y logística para que disfrutes un pistonudo set de construcción culinaria donde las piezas son fideos, garbanzos, chorizo de carne, chorizo de cebolla, grelos, patatas, cacheira, lacón, carnes de gallina y ternera, espinazo, pata, rabo, costilla, panceta y lengua.
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Carnaval es momento de exteriorizar las alegrías internas. Y, al margen de disfrazarse o no, con estilo o como un mamarracho, el de Don Carnal y Doña Cuaresma es tiempo de cocido de Lalín. Petramora te pone en casa el del restaurante La Molinera, que lo prepara desde 1985.
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Comenzó la temporada de lamprea, pez con forma de culebra, sin escamas, espinas, ni mandíbula que despide su existencia sumergido en su propia sangre. Justicia poética para un parásito prehistórico, para la chupona.
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En esta taberna sobre la ría de Arousa se despacha cocina gallega de proximidad, «revisada y actualizada», un muestrario de pescado y marisco que se disfruta en mayor medida cuanto menos tratamiento recibe, esto es, crudo o simplemente arrimado al calor.
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¿La gula es tu pecado capital? La cocinera de A Tafona te pone a prueba con esta receta de empanada con masa extremadamente crujiente.
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La Rectoral de Cines es un hotel rural que ocupa un antiguo monasterio reformado en la Reserva de la Biosfera Refuxios do Mandeo. En su restaurante se come bien y la atención es muy buena
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Tiene todo el norte fama de ser punto de buenos comedores y de mejores cocineros, y Casa Brandariz, que no tendrá premios internacionales, se gana en cambio los halagos de centenares de clientes cada año.
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(+77 rating, 16 votes)Cargando... La nouvelle cuisine fue un paso impresionante para el universo culinario, una (r)evolución necesaria y agradecida que removió sus cimientos y sentó las bases de su evolución actual. No obstante, la perversa asunción y malinterpretación de sus líneas maestras, muchas veces desde el desconocimiento, el snobismo o el mero interés económico, llega a ser un insulto al comensal. No todo se reduce a miniaturizar preparaciones, como hacen algunos. Ni pintar el plato del menú del día con pinceladas de vinagre de Módena te convierte en un gran chef. Por eso me encanta dar con lugares como Casa Comerciante, que rezuman campechanía, austeridad, autenticidad. Uno, cuando va a la Galicia interior (pero interior interior), no espera encontrar un McDonald’s detrás de ese bosque de carballos. Ni locales de diseño. Ni esferificaciones. Lo realmente reconfortante es dar con un lugar como Casa Comerciante, un comedor de pueblo (sin ningún matiz despectivo) donde uno espera encontrarse con cazadores y lugareños, donde se guisa como en los viejos tiempos, y aquellos productos que es natural encontrar en pleno monte. Nosotros llegamos una noche, ya cerrada, y nos costó un poco dar con el comedor. Subimos hasta la segunda planta y volvimos a bajar a la primera. Abrimos dos o tres puertas y dimos, por fin, con el refectorio, donde dos grupos numerosos ya daban cuenta de la cena. En nuestra mesa esperaban buen pan, platos y grandes bandejas de inoxidable con entrantes fijos. Y consistentes. A saber: empanada de grelos, chorizo y panceta; ensalada de tomate, lechuga y cebolleta, bien alegre por acción del vinagre; y más bandejas con chorizo, salchichón y jamón. Un canto a la sencillez. Dimos cuenta de ello con agua y varias cervezas (Estrella Galicia y Mahou), que llevaban a la mesa en latas que uno mismo abría. La oscuridad envolvía la noche, el frescor nocturno achuchaba, la lluvia no cesaba… y todo ello hacía más atractivo el listado de platos principales. Había para escoger ternera guisada, estupendo pollo (de verdad) guisado,...
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Yo volvería a Praia Fluvial de San Clodio, preguntaría por los atractivos y las posibilidades de la Ribeira Sacra, tomaría mi plato de sopa y seguiría mi camino tan tranquilo, con el estómago caliente.
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Merece la pena el menú degustación de Acio, que juega con el factor sorpresa, condicionado por el producto de temporada y el aprovisionamiento diario en el mercado de la ciudad.
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El bocadillo de jamón del Loreto. Vaya y pídalo con tomate, finamente loncheado, y en versión crocante; se lo servirán en un pan enorme, aunque caliente y quebradizo, levemente untado en aceite.
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Si paro en Porto do Son (A Coruña), invitado por la espléndida familia Camino, no puedo pasar sin tomarme al menos un café irlandés en el Café Bar Acuario.
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