Inicio >>
Contenidos Etiquetados "vino"
Tres días seguidos almorzamos entre semana en La Chata, empresa alejada de las carreteras y las playas, ubicada en el centro de Arnuero, a pie da su iglesia visible a distancia. De esos tres días, el local tuvo dos llenos con colas
leer más
‘1-2-3 / Apple tree’, de Herman Dune, una canción en la que se alude a saber diferenciar entre frutas nativas y exóticas, y a trepar descalzo un manzano. Hoy va de frutas, oiga.
leer más
«La vida es buena, pero el vino es mejor». Esta sabia reflexión de Fernando Pessoa luce en la fachada de la Loja do Vinho, despacho de vino y productos gourmet en Sintra.
leer más
Entré con paso decidido en Museo del Órgano y pronto comprobé que se trata de un comedor austero al que beneficiaría una reforma, al menos un lavado de cara.
leer más
Buenavista es uno de mis lugares favoritos para dejarse caer en las mañanas de domingo. Su agradable terraza tipo patio se llena en cuanto sale el sol.
leer más
En la Semana de Pascua vacacionamos en Cambrils, Tarragona, municipio de larga tradición turística española. En esos días estaba lleno de parejas vascas con niños, sobre todo matrimonios guipuzcoanos que hablaban en euskera sin parar. Me sentaba en el paseo marítimo y de cuatro parejas que pasaban tres hablaban vascuence y la cuarta… caminaba silente. Durante esas vacaciones no me lo pasé demasiado bien: me sentía rodeado de vascos, La Txurri solo me hablaba de Matemáticas y de los zotes de sus alumnos, muchos bares estaban cerrados y los abiertos eran enormes pero no tenían ambiente (ni clientela), y el clima no acompañaba (cuando me arrojaba a la piscina me sentía un cubito de hielo en un gin-tonic… brrrruuuu). Haciendo memoria, mis mejores momentos fueron los de los almuerzos por ahí, los desayunos en el hotel Maritim (¡había morcilla!), las visitas al cercano Salou donde bebíamos pintas a dos euros en terrazas mirando al mar, la compra que hice en la vinoteca/licorería Morell de Cambrils, y las copas de cava con pinchos que consumíamos de abrebocas en el bar Lekeitio de Cambrils, enorme, con dos entradas a sendas calles, dos barras, terraza trasera, varios ambientes de comedores, cartas de vinos, de tapas, de raciones, de carnes y de pescados… y manadas de parroquianos vascongados… Estaba rodeado, sí. Antes de llegar a la costa mediterránea busqué en Internet los mejores restoranes de la localidad, o los más interesantes para mis pretensiones. Y de chiste lo que me acaeció ya en el pueblo: dos de mis seleccionados estaban cerrados por descanso semanal, otro cerrado por reforma, otro clausurado por jubilación (yo ya estaba desmoralizado) y había otro rechulo al que La Txurri se negó a entrar porque ponía la música a volumen alto. No exagero para hacer la gracia. Aparte, en Cambrils, créanselo, hay dos restaurantes con estrella Michelin: el Can Bosh, del que hablamos hoy, y El Rincón de Diego, aún mejor y del que escribiremos próximamente. En la provincia de Tarragona hay un tercero...
leer más
Siempre he pensado que, en esta tierra de grandes restaurantes y espléndidos pintxos, tenemos poca oferta en el tema de las raciones. Para rellenar este hueco ha llegado a Santurtzi la Mejillonería La Batea, enseña que ya tenía un establecimiento abierto en Barakaldo.
leer más
Les Nouveaux Auteurs dirigieron este clip de ‘Arte’, bonito popema sobre fumar después del café, llorar hasta que entre la sed,
beber buen vino y comer bistecs a la plancha.
leer más
Nos sentamos en un comedor del Casa Gelín durante las pasadas VIII Jornadas de los Productos Gastronómicos de Cantabria. Elegimos su competitivo menú degustación de cinco platos más bodega por 30 lereles.
leer más
Baserri Maitea, un marco estupendo, y rural, para una comida igualmente estupenda, basada en el aroma y el sabor del buen genero como base de su reinterpretación de la tradición. Contemporáneo, sí, pero sin chorradas.
leer más
Zintzo 5 ha resultado ser tanto un buen vino para potear en la barra, como un buen complemento para la posterior comida. Sin alharacas.
leer más
Ni lo descalificamos ni lo recomendamos, pero seguro que no volvemos a patear un kilómetro y medio para comer en La Reina del Arenal, en Opila, o como se llame.
leer más
Comenta, que algo queda