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Contenidos Etiquetados "Zuloko"
Sostiene Pereiria que, puesto a darse un homenaje, lo mejor es hacerlo a lo grande. Con estilo y confiando en aquellos que sabes que nunca te van a decepcionar. Por eso, Pereira sostiene que si le preguntan por un restaurante en Lisboa su primera opción, y no solo porque es periodista en ejercicio, es, de manera automática, el Clube de Jornalistas.
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Un repaso visual a distintos manjares de la cocina asturiana.
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Los barrios ocultos que no salen en las guías, los lugares que evitar, los monumentos que visitar y los mejores lugares para comer barato o lujoso en Lisboa.
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(+77 rating, 16 votes)Cargando...Un donut graso, con una manteca que, después de estar en el bolsillo, se empezaba a disolver y lo comes con fruición en el recreo de la escuela nacional y te raspa la garganta con su astringencia; cerdo agridulce en el primer chino que se instaló en el País Vasco, colas en la entrada, un camarero dipsómano que bebía los restos de las botellas y un dueño que decía “amigos, familia»; un perrito caliente del salchichauto, a la salida del Coliseo Albia, con mucho ketchup; un primer beso, clandestino, en un parque de Portugalete, a escondidas y caliente y húmedo, enseñándome ella porque yo no sabía, y muy raro de encontrar esa lengua y luego no parar; un bocadillo de bacon crujiente por la mañana, casi al punto de estar quemado y que haga crunch al morder; el agua fría después de entrenar; un café muy negro a la mañana en las épocas de exámenes; las chuletillas de cordero al sarmiento que eran pocas y había que chupar el hueso; la sopa de ajo de mi abuela; el pollo guisado con mucha cebolla pochada; la primera cerveza; la primera cerveza negra: el primer trago de vino peleón; el primer trago de vino bueno cuando aprendí a beberlo; el primer trago de un vino excelente y saber que, después de eso, nada te sabría igual; la tortilla de patatas poco pochada con ese lúbrico juguillo del huevo deslizándose por la boca; el sabor a picante de una alegría riojana, llorando y anestesiándote la boca; los besos en el Puerto de Plentzia de una pelirroja a la que la boca le sabía a fresa, y no exagero; los besos de una morena una noche y despertar junto a su cama, sin saber qué hacía allí, con una sensación de irrealidad; el sabor a la pérdida cuando perdí lo que más quería y lloré, amargo sabor que no pasaba y se quedaba en la garganta; el agrio sabor del vómito y la enfermedad y...
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Dónde comer en el mercado de Camden Town. Puestos de comida callejera, pubs, rutas y pistas parar descubrir el mayor mercado al aire libre de Londres.
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Hoy vamos a hablar del restaurante la Chopera, en Collera, Ribadesella, y para hacerlo nos daremos una vuelta primero por el Infierno. Por los acantilados del Infierno para ser más exactos.
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(+46 rating, 10 votes)Cargando... Si nuestra visita al Restaurante Arbidel de Ribadesella se pudiera resumir en un titular, parafraseando a Sir Winston, este diría «Nunca nadie nos dio tanto y tan bueno, con tal excepcional elaboración, y semejante buena disposición, y pagando tan poco». #findelacita. Comer en Arbidel es una experiencia redonda. Casi dan ganas de no hacer esta crónica para que el secreto siga siendo secreto, para que encontremos mesas y menús degustación tan perfectos como el que nos dejó con una sonrisa en la boca el pasado viernes. Con una relación entre la calidad y precio, de 30 euros per cápita, IVA incluido y bodega aparte, que debe hacer sonrojar a los que ofrecen lo mismo por mucho, o lo poco por lo mismo. Éramos ya, desde hace año y medio, clientes de Arbidel pero todavía no habíamos probado su cocina. Nos llamaba la atención su localización coqueta, escondida, casi de postal romántica, y su terraza, que disponen cuando el tiempo astur lo permite. Allí hay tres mesas altas preparadas para que el cliente pasajero pueda tomar un vino, en copa, lo que se convierte en una experiencia de lo más agradable. Así lo hacíamos siempre que paseábamos por la bella Ribadesella. Y teníamos pendiente visita, para comer. Así que, en un día espectacular de febrero, en una pausa entre temporal y borrasca, aprovechamos y reservamos. Ya lo habíamos intentado medio mes antes, pero entonces era sábado y tenían el restaurante totalmente ocupado. Supusimos que con nuevo menú, recién llegados de sus merecidas vacaciones y con la rutilante estrella Michelín recién conseguida, la expectación era alta. Y así fue. Para nuestro primer contacto (y no dudamos que en el futuro habrá más) decidimos probar el nuevo menú que ha estrenado esta temporada. Fuimos correctamente acomodados en una mesa muy bien presentada en una esquina del comedor al que calculamos un aforo de unas 30 personas. Los clientes, que finalmente llenaron el local, eran, en su mayoría, parejas o familias. Gente discreta y...
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Una visita al obrador de las Charcuterías La Moderna. Un mito charcutero de Bilbao obrado por lo hermanos Thate, Hemann y Enrique.
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Durante dos días visitaremos los mejores lugares de Bilbao, aquellos que solo conocen los bilbainos. Esta es ruta VIP en la que sólo visitaremos y comeremos lo mejor
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(+52 rating, 11 votes)Cargando...Lo primero, y más importante, en el Algo Diferente, el restaurante griego de Bilbao, se come bien. Bastante bien, diría yo. Esa es nuestra experiencia y aunque su menú, para los nuevos baremos «criseros», sea un poco caro (13,50 euros), el sitio y la comida merecen la pena. Dicho esto, me preguntaré, una vez más, sobre cuál es el criterio que siguen en los restaurantes para colocar a los comensales. Entiendo que siguen la pauta de la discriminación del tímido o del conforme. Así, a uno, que no es de exigir demasiado, porque creemos que el trato igualitario debiera de ir en el precio, siempre le acaban sentando en rincones o en mesa pegada a otros comensales. El restaurante griego de la crónica estaba el día 28 de enero de 2014 con poca entrada, pese a que en las anteriores veces que hemos intentando comer menú nos hemos tenido que dar la vuelta por estar lleno. Y, pese a estar con abundantes mesas para repartir a los comensales, nos pusieron, una vez más, pegados a la única ocupada. Y ahí comenzó el drama. El drama de escuchar una situación que no quieres, ni debes, oír. La pareja de al lado estaba rompiendo su relación. Y ni ellos tuvieron la intimidad que deseaban, ni nosotros pudimos, para nuestra desazón, dejar de oír el proceso de su ruptura. Quien lo dejaba o lo intentaba era él. Y ella se limitaba a llorar calladamente. «No podía aguantar más la situación», añadía el chico, serio y tranquilo. Y aseguraba que había puesto todo de su parte, pero debían irse cada uno por su lado. Y ellos azorados, y nosotros tratando de mirar al infinito. Y me acordé de otras rupturas vividas en primera persona, y en especial de una de hace 25 años, que sucedió en un centro comercial de Córdoba. Y allí fui yo quien dijo que lo nuestro se había acabado, pero ella ya lo sabía antes que nadie, porque ya estaba a...
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Los tiempos están cambiando. Antes el vermut era ese tiempo dominical y viejuno en el que las parejas salían de casa, como de extra, para hacer un exceso burgués y fino.
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Lo que antes era un bar decorado con gusto, con barra bien surtida, con luz y jamones colgados, se había transformado en una especie de lounge bar oscuro, amplio y bien dispuesto, pero diferente. Odditty.
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